miércoles, 13 de agosto de 2008

SERGIO QUIJADA: LA COCA EN LAS COSTUMBRES INDÍGENAS


Sergio Quijada Jara (1914-1990) tiene una obra intelectual valiosa, que lo hace acreedor al reconocimiento y alabanza de todos nosotros. Por eso, el mejor homenaje que se le puede rendir hoy, es releer, ordenar y evaluar todo lo que ha escrito, a lo largo de media centuria.

Según el registro de Alberto Tauro del Pino (Enciclopedia Ilustrada del Perú, Lima, 1987), el autor nació en Acostambo, provincia de Tayacaja, en 1914; estudió Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde se recibió de abogado, en 1945. Desde entonces, ejercía la profesión en la ciudad de Huancayo.

En Sergio Quijada Jara hay que admirar a uno de los primeras recopiladores de la cultura popular de nuestra región, siguiendo el noble ejemplo de Adolfo Vienrich; y también a uno de los iniciadores de la literatura narrativa. Tuvo el gran acierto de mostrar el paisaje y el contorno social, a través del relato y el cuento; y de recuperar la tradición nativa del pueblo, mediante la compilación de cuentos, leyendas, canciones y la descripción de las costumbres, como se puede ver en sus primeros libros.

EL RITUAL DE LA COCA

En 1950 Quijada Jara publicó un libro, La coca en las costumbres indígenas (Lima, 1950; 2da. ed., Lima, 1982, 88 pp.), donde describía, con encomiable detalle, los ritos nativos en los que la coca tiene un papel determinante. La obra apareció cuando estaban en plena boga las tesis abolicionistas de Gutiérrez Noriega y de las Naciones Unidas. Empero, no tuvo la fuerza argumental suficiente para contrarrestar tan errónea como desafortunada campaña.

El trabajo apenas logró circular entre los folkloristas, como un dato empírico, pero no como un tema de estudio y reflexión. Era la época del funcionalismo, no lo olvidemos.

Con este libro, Sergio Quijada Jara se anticipó largamente en el descubrimiento del valor ritual, cultural y antropológico de la coca, tema hoy bastante estudiado por los científicos sociales. Aleccionado por Estanislao López Gutiérrez -quien había observado, con mucha agudeza, en El alma de la comunidad, el papel ritual de la coca-, el autor expone los empleos que tiene la llamada hoja sagrada en la vida cotidiana del campesino. Los cuales son incontables.

Quijada se limita a dar algunas muestras, las suficientes para llegar al convencimiento de la entrañable función que poseía esta planta en el mundo andino. El auto comienza mostrando la función de la coca en el trabajo. De acuerdo con su información, ella sirve de reconstituyente de las energías físicas perdidas, e incluso de sustituto del alimento, según creencia extendida. Pero, por encima de todo, dice, la coca es un medio de concertar las diversas relaciones de trabajo colectivo, como el ayni y la minka.

Por otra parte, en las faenas difíciles y arriesgadas -digamos, abrir una zanja, para un cimiento o un canal-, es necesario ofrendar antes a la tierra una hoja o un puñado de coca, a fin de preservarse del daño. En el viaje, la coca ayuda a aliviar el cansancio y también pera adivinar la perspectiva feliz o adversa, y propiciar un viaje venturoso, mediante la paga (el jachulajay) a la montaña, a la cueva o al río.

Muchos años después, Catherine A. Wagner ha hecho el análisis sistemático de estos mismos ritos (Cf. "Coca y estructura cultural en las Andes peruanos", Allpanchis, núm. 9, 1976) y Baldomero Cáceres ha ofrecido un resumen del estado de la cuestión, en Prejuicios y versión psiquiátrica del coqueo andino (1985). El uso de la coca en la medicina popular, podría haber dado lugar a un inacabable repertorio de fórmulas, pero el aula se limita a reseñar algunos casos, acompañándolos de informes sobre investigaciones científicas que justifican esta práctica racional.

Destaca asimismo la función de eje social que la coca tiene en los matrimonios, velorios y "lavatorios". Y el papel central que juega en la representación mágico-fiscalizadora, en la fiesta del ganado, llamada quintuy coca, cuyo sentido profundo y milenario es propiciar la reproducción del ganado; y hacer el registro de los animales por parte del propietario, en su sentido más moderno. Teniendo la coca tanta importancia en la vida social, obviamente debía ser motivo predilecto de la poesía y de las adivinanzas.

En los capítulos respectivos, Quijada Jara ofrece un conjunto de composiciones en versión original quechua y la traducción correspondiente al español, realizada por el mismo autor, con bastante libertad. En las textos incluidos, se advierte que algunos son de creación o reelaboración última y que sus autores anónimos estuvieron ya muy influidos por la cultura dominante. Así lo revela la interferencia del léxico español, notoriamente profusa en algunas canciones.

El mismo huayno "Coca quintucha", que, según el autor, "tiene paternidad de siglos" (p. 49), delata que es de elaboración colonial o, tal vez, republicana. Sería, por eso, interesante, analizar en qué medida las composiciones citadas expresan el sentir originario del pueblo andino.

Ya nos ha prevenido José María Arguedas que el "sentimiento cósmico de la soledad", por ejemplo -que aparece en algunas cantos quechuas, como el mencionado-, tiene data muy reciente y corresponde a los campesinos desarraigados de su medio. Pero, no es éste el lugar para ocuparnos del asunto.
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FUENTE: Manuel J. Baquerizo: "SERGIO QUIJADA JARA Y LA CULTURA POPULAR ANDINA"

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