sábado, 29 de octubre de 2011

4to. ANIVERSARIO DE SAPOSAQTA


En octubre del año 2007 publicamos por primera vez un artículo de reconocimiento al pintor César Yauri Huanay, nacido en el distrito de Ahuaycha quien se encontraba en España cosechando éxitos con sus obras pictóricas. Para nosotros era importante realzar su obra tratándose de un tayacajino neto. Era el nacimiento de nuestro Blog.

El Blog SAPOSAQTA en la actualidad viene cumpliendo el objetivo que nos habíamos trazado cuando empezamos esta aventura. Dar a conocer a nuestra provincia a través de artículos, entrevistas, estudios, literatura, y en imágenes, videos.

Hemos recorrido los 16 distritos de nuestra provincia mediante videos turísticos, y hemos conocido hermosas historias y cuentos de estos pueblos, que diferentes colaboradores nos remitieron.

Por eso, en estos cuatro años de publicaciones del Blog Saposaqta, queremos agradecer a nuestros colaboradores que apostaron por la difusión de la cultura tayacajina a diversos confines del mundo.

Una mención especial de Saposaqta para Carlos Zúñiga Segura, Hernán Canales Acevedo, Miguel Angel Alarcón León, Magno Gutierrez, Enriquez, Miguel Martinez, Raúl Chávez Alvarez, Juan Taboada Méndez. Y a todas las personas que nos brindaron su aliento y apoyo para seguir adelante en la búsqueda e investigación de la cultura tayacajina.

Solo nos queda, continuar por el sendero trazado, sabiendo que nuestra labor no será envano.

Mil gracias.

viernes, 21 de octubre de 2011

UNA FORTUNA (cuento)


Nuevamente tenemos el honor de publicar un nuevo cuento del escritor tayacajino Miguel Alarcón León para deleite de nuestros multiples lectores del mundo entero, cuyas publicaciones anteriores han tenido una buena acogida y multiples comentarios de la crítica especializada.

UNA FORTUNA
En la margen izquierda del sinuoso cauce del Opamayo, que serpenteante va y viene haciendo curvas caprichosas a lo largo del vergelero valle pampino, y se cierra en la caprichosa quebradilla de La Colpa; se guarda celosamente innumerables misterios de antepasados, con vestigios y sin ellos. Para ser más preciso, me refiero al espacio frente a la antigua escuelita de Pampablanca; entre montículos de tierra arcillosa, hierbas y pastos del lugar, se esconden aún vigentes, los rasgos casi intactos del antiguo mata molino de la otrora hacienda Aqotupi, hoy anexo de Santa María.

Aqotupi, una hacienda próspera, pertenecía a la familia Zuñiga, se extendía desde las orillas de Opamayo, hasta las cumbres de Antamina, fértiles tierras de abundante cosecha en granos para ser almacenados en trojes y tubérculos que los guardaban en pucullos. El molino era muy utilizado para la hacienda y los agricultores aledaños.

Cuando se visita por el camino de herradura desde Rumichaca, por Atahuara, Huillto, Kichcapucro, Santa María, hasta Huallhuayocc, se disfruta de hermosas campiñas; senderos bordeado de arbustos, guindales y plantas del lugar, entre ellos también aparece todavía la antigua capillita ruinosa de Aqotupi debajo del camino; hasta la misma casa hacienda aún resistiéndose al tiempo. En esa capillita celebraba misas jocosas de matrimonios y bautismos para los serviles de la hacienda y los indios de la zona; el cura apellidado Negrón, por cada visita el hacendado le daba de wallqa un toro y carneros; el curita volvía a su parroquia como ganadero wanca.

Los años pasaron sobre la hacienda, vinieron consigo las reformas y los hacendados vendieron sus propiedades, fueron distribuidos entre los trabajadores; se olvidó el molino, pues la tecnología también lo sepultó, aún existen vestigios de los dos arcos hechos de piedra y barro, finamente diseñados, que el tiempo aún no ha podido borrar.

Pasaron muchos años; una fresca mañana de setiembre, cuando los primeros rayos del sol calentaban sutilmente el crisol del rocío, una niña que estudiaba en la escuelita se adelantaba a cumplir su labor escolar, sorpresivamente vio dos conejitos blancos como la nieve; comían muy a gusto los pastos frescos del lugar cerca a los huecos del antiguo molino. Se agazapó animadamente y luego de admirarlos, se animó acercarse a tientas para atraparlos, pero los animalillos al notar la presencia de la intrusa cada uno corrió a un hueco; sin embargo la niña hizo un esfuerzo y finalmente los atrapó en la entrada de los huecos. De inmediato vació sus cuadernos de la bolsa de tela, metió a los conejitos y luego de atarlos, los escondió en el mismo hueco tapándolo con hierbas para llevárselos al salir de la escuela.

La niña estaba muy contenta, toda la mañana, no hacía más que pensar en los conejitos, las clases de la maestra tomaron su propio rumbo y no atraparon su atención, estaba extraña. En el recreo contó a algunas amiguitas sobre el hallazgo, no veía llegar la hora de la salida, se hacían eternos los minutos, hasta que por fin, sonó el silbato de salida y más apurada que nunca, cortó camino y acompañada de dos amiguitas, cruzaron el río y llegaron al antiguo molino.

Seguía la bolsa en su lugar, muy emocionada y mostrando orgullo ante sus compañeritas, desató la bolsa y… grande fue su sorpresa; ante el estupor de sus amiguitas y ella, vacío de la bolsa dos enormes sapos amarillentos de granulada espalda y dando sus brincos, cada uno se metió en un hueco. Esta escena los dejó atónitas, sin habla, mudas ante el asombro infantil; la desilusión caló hondo en la niña.

Alelada partió rumbo a su casa, parecía no sentir las pisadas ni la rudeza del camino, le asaltó la tristeza y se le esfumó todo el ánimo. Llegó a su casa como en sueños, no quiso comer y sintió estallarle la cabeza de dolor. La noche fue más cruel, no alcanzó a dormir y se sumió en una fiebre delirante e inusual. Los padres inmutados, no comprendían la causa del mal, pues la niña guardó como secreto lo sucedido.

Desde entonces ya no fue a la escuela, los curanderos no dieron con el mal, hicieron pagos y llamadas, hasta jobeos y huywachas, extrañamente no encontraron el mal. Los siguientes días permaneció postrada en la cama, hasta que una mañana que siguió a una larga noche de convulsiones, la niña amaneció muerta en un lecho de sangre, producto de una hemorragia vaginal; todo fue extraño.

Contaban los lugareños que, en las noches los labriegos que regaban sus chacras, veían en el viejo molino, arder titilantes candelitas azulejas y fosforescentes. Aprovecharon una noche de luna los caza fortunas y fueron a excavar el molino, llevando consigo kerosene, coca, trago, y otros menjunjes; al abrir, encontraron dos hermosas barretas de oro y gracias a ello han salido de la pobreza…

Autor: Miguel Angel Alarcón León
Fuente: “Los tinterillos” y otros cuentos andinos
Editado en Febrero del 2011

miércoles, 12 de octubre de 2011

ANTONIO RAIMONDI: SU PASO POR TAYACAJA



Milán 1826 –San Pedro de Lloc, 26 octubre 1890

La provincia de Tayacaja es un fragmento en la monumental obra del sabio italiano Antonio Raimondi. En efecto, el año 1866 el sabio llega a Tayacaja en el marco de su ejemplar itinerario por los caminos y pueblos del Perú.

El 3 de setiembre de 1866 a horas 8.35 a.m. inicia su itinerario de Huancayo a Pampas. A la 1: 55 se encuentra en la Repartición de los caminos de Tongos y de Pampas y señala: “Para ir a Pampas, se marcha por el de la derecha. A pocos pasos, a la izquierda de la apacheta está la choza de un pastor”. Siendo las 5:40 Raimondi llega a la hacienda San Juan de Pillo. “Estas hacienda se halla situada al pie de la cuesta, en la quebrada de Pampas. Tiene cultivos de cebada y alfalfa, de manera que presta algún auxilio a los transeúntes entre Huancayo y Pampas, pues proporciona alojamiento a los viajeros y pasto para las bestias. Esta hacienda parece ser bastante antigua, porque tiene capilla de la que carecen las haciendas modernas”.

El día 5 sale de la hacienda San Juan con rumbo a Pampas a la que llega a las 8:38. “Pampas es la capital de la provincia de Tayacaja, tiene bastante extensión, pero no es de las poblaciones más estéticas. Posee una buena campiña, muy abundante en productos, con extensos terrenos cultivables y suficiente cantidad de agua para los riegos. Cuenta también, con la ventaja de tener terrenos muy bajos hacia el rio de Angoyaco, en los que se cultiva caña y otros productos de valles cálidos”.

A las 8.40 del día 6 sale de Pampas rumbo a Colcabamba. A las 10.30 llega a Tocllacuri: “Es un insignificante pueblecito, situado en la cumbre de una lomada y, por consiguiente, expuesto a todos los vientos; sin embargo, se encuentra algún recurso en este lugar y lo que lo distingue es la buena calidad de sus papas, que tienen mucha analogía con las que se producen en Carabaya. Parece que, en general, los terrenos cuya formación es de pizarra produce papas de superior calidad”.

Siendo las 4:13 llega al pueblo de Colcabamba: “Se halla situado en una quebrada que baja al rio grande de Mayoc. Su temperamento es delicioso, pues no se siente ni frío ni calor. El pueblo es pequeño. Sus casas forman una callejuela con acequias. Tiene una plaza de regular tamaño que está adornada en su centro por un hermoso y añejo cedro. La iglesia está muy desmantelada, principalmente en su interior. Colcabamba no carece de recursos; y si sus habitantes fueran algo más activos, podrían holgar en la abundancia, pues esta población cuenta con hermosos terrenos cultivables y con bastante agua. Esta corre por dos acequias y solo se emplea para el regadío, porque tienen mal sabor por la cal y óxido de fierro en disolución que contiene, materias que va depositando y que originan una especie de tufo, semejante al de Huancavelica, que sirve como piedra de construcción. En esta agua, todas las materias que caen, como hojas, ramas, etc. se cubren en poco tiempo de una incrustación calcárea”.

El 7 de setiembre siendo las 8:40 parte hacia Paucarbamba. A la 1.59 llega al pueblo de Huanchos “pueblecito que está situado sobre una lomada”, para llegar a Paucarbamba a las 3.17. “Es un pequeño pueblo situado en la falta de un cerro. Sus casas, de pobre apariencia, se hallan dispuestas alrededor de la plaza y también forman una pequeña callejuela. Este lugar no ofrece recursos, escaseando en el hasta el pasto para las bestias. En la plaza hay una iglesia, un cabildo y una que otra casita habitable”. Al día siguiente 8 de setiembre de 1866 a las 7 de la mañana parte rumbo a Coris.

Estos fragmentos de su vital presencia en la provincia de Tayacaja constituye un virtual homenaje al sabio que recorrió nuestros caminos y pueblos para legarnos el testimonio de su valía profesional y humana.

Carlos Zúñiga Segura
Colaborador exclusivo de Saposaqta.

martes, 4 de octubre de 2011

TRIBUTO A DOS GRANDES TAYACAJINOS


Transitar y celebrar en la liturgia del gozo y el reconocimiento, a dos grandes exponentes de la literatura y la pintura peruana, constituye una gratificación espiritual que germina y evidencia el prestigio de la provincia de Tayacaja en estas dos aristas importantes de la experiencia humana.


SERGIO QUIJADA JARA

El 5 de octubre de 1914 nació en el fundo Magdalena en el distrito de Acostambo don Sergio Quijada Jara, autor de “Estampas huancavelicanas”, "Taita Shanti", "Cantuta flor nacional del Perú", "La coca en las costumbres indígenas", "Lenguaje del trago", "El chihuaco en el folklore" y otros libros que florecen como “contribuciones de valor excepcional” tal como lo afirma el sabio francés Paul Rivet en el prólogo de “Canciones del ganado y pastores” libro que nos ofrece 200 cantos en quechua con su traducción respectiva al castellano.

Quijada Jara “eminente folklorista consagrado” fue Miembro de la Sociedad Folklórica de México, Asociación Tucumana de Folklore y recibió elogiosos comentarios de Ralph Steele Boggs Fundador de la Sociedad Folklore of the Americas; Augusto Malaret sabio filólogo puertorriqueño; y del italiano Paolo Tosel quienes “aplauden con admiración y respeto los vigorosos trabajos de Quijada Jara” nacido en las mágicas tierras de Tayacaja.

En nuestra casa no ha faltado

cuanto quisiste beber

desde aguardiente hasta vino


Nos dices en uno de tus libros. Claro don Sergio, a los 97 años de tu nacimiento recordando las canciones que recogiste con devoción y autenticidad, Tayacaja te recuerda en un brindis de calientitos preparados con aguardiente machu chiurur.


DANIEL HERNÁNDEZ MORILLO

Daniel Hernández fundador y director de la Escuela Nacional de Bellas Artes, nació en Urpay (Salcabamba) el 1 de agosto de 1856. El 15 de abril de 1919 a las cuatro de la tarde en presencia del presidente de la República ofrece las palabras correspondientes a la ceremonia inaugural de la Escuela.

Como director, tuvo Hernández decisiva y fundamental actividad, auspiciando el desarrollo de todas las opciones, incluso aquellas corrientes que postularan una visión distinta a sus convicciones artísticas.

Los últimos años de su fecunda existencia, transcurrieron marcados por enfermedades que lo aquejaron en demasía. Sensiblemente a las 6.45 de la tarde del día 23 de octubre de 1932, se extinguió la vida del maestro causando honda consternación. Apenas conocida la noticia, toda la colectividad desfiló ante sus restos velados en la Sala de Honor de la Escuela. Luego de la misa de cuerpo presente, oficiada por su sobrino R.P. Manuel, los restos del maestro fueron trasladados en hombros hasta la Plazuela Santa Clara y finalmente al cementerio de Maravillas.

Alguna vez propusimos que el colegio nacional que perpetúa su nombre en la ciudad de Pampas, lleve como lema las palabras que el maestro Hernández pronunció en abril de 1919 “Miremos alto para llegar a la cumbre”.

De esta manera, Sergio Quijada Jara y Daniel Hernández Morillo reciben a través de Saposaqta los sentimientos de orgullo que tenemos los tayacajinos por sus obras que grafican y eternizan esa emoción decisiva que califica el alto sentido de la vida y que siempre están engalanados en los almácigos de la memoria y las parcelas del corazón.


Carlos Zúñiga Segura

Colaborador exclusivo de Saposaqta