viernes, 30 de julio de 2010

EL GRAN CHOYO


CHOYO. Fernando Monge Palma

Hablar de monges y abades es lo más usual en Pampas, capital de la provincia de Tayacaja, porque por alguna complicidad de la noche, sus habitantes resultan teniendo sangre de monges o de abades.

De esta estirpe era Choyo, pero no precisamente monacal. Enamorado de la guitarra o ella de él, por mucho tiempo fueron uno, tantos, que el día que lo enterraron, su guitarra crujió en su cuarto. Se destemplaron las cuerdas y chirriaron sus clavijas como un lamento de último adiós.

¿Serenata?, ¿Cuándo?, ¿hoy? ¡ Vamos donde Choyo ¡
No importaba la hora, menos que la idea fuese repentina, apurada por los efluvios de los “últimos” tragos en la tiendecita de Lezama, la única que abría sus puertas y daba cobijo también a cualquier hora de la noche, solo a esos sempiternos parroquianos de la bohemia interminable.

Si Choyo estaba en la reunión, obviamente que la guitarra estaba con él, sino, había que buscarlo en su casa, y, tras la insistencia en el toque de la puerta ver asomarse al Choyo sacudiendo el sueño que vencía sus párpados.

Luego de la breve reticencia se enfundaba la interminable chompa “Jorge Chávez”, se cruzaba la chalina al cuello, cogía la guitarra y salía con la comitiva, cruzando las calles estrechas, silentes, apenas alumbradas por el candil de sus focos apacibles como el pueblo.

- ¿Para quién es la serenata?
Nadie estaba seguro. Era para todas las beldades que cada uno fuera eligiendo en su pretensión de conquistarla, o tan solo recibir el calor tibio de sus sonrisas o la mirada de ternura que aliviara la soledad.

Se elegía un orden catastral en la serenata. Se comenzaría por los rumbos de Jarhuaturco para ir peinando el pueblo por sus principales calles, donde vivieran hermosas muchachas con ojos de capulí. De Jarhuaturco se enrumbaba al jirón Progreso, de allí a la Plaza de Armas, parte de la avenida Centenario, luego al jirón Grau, el jirón Miller, todo el jirón Bolognesi y Huanta Calle.

Así, de casa en casa, mientras Choyo rasgaba la guitarra el vigía de turno divisaba las ventanas para descubrir movimientos que denotaran la atención que se prestaba al mensaje amoroso de la canción.

Las voces se alternaban en el canto, pero Choyo no podía dejar de tocar. Entre todos se turnaban sirviéndole la copa con el líquido aromado de la caña en su boca. Igual ocurría con el cigarrillo que conservaba su fuego, incrustado en el terminal de alguna cuerda en el clavijero de la guitarra que pulsaba Choyo.

Fueron varias las promociones de muchachos que disfrutaron la amistad y compañía de Choyo y su guitarra, y muchos también los que flecharon para siempre el corazón de las palomas en flor, con la canción acompasada por la guitarra amorosa de Choyo.

Cuando me lo contaron, sentí que una cuerda bucal se me quebraba. Increíble, apenas entrando a la edad en que los frutos comienzan a madurar, Choyo se había adelantado en el camino con su chalina cruzada hasta cubrirle la boca, para que el viento sideral no le apagara la voz.

Desde entonces, las promociones que se cruzan por los caminos de la vida, se precian de haber alternado las serenatas y la toma del “quemadito” al lado del bohemio emblemático que nunca dejó su pueblo. El amigo entrañable que no negaba su compañía y su guitarra, el enamorado que quería cautivar golondrinas al borde del Opamayo.

Choyo Monge, guitarrero insomne, de los zapatos polvorientos. Bohemio impenitente de la chompa interminable, chalina al viento cantando libertad. Asoma al espacio sideral y escucha el canto andino de tus hermanos en la quietud de las nochecitas de Pampas con sus chismes y sus trampas.

Autor: Gustavo Córdova Valenzuela
Fuente: Revista Festival, Julio del 2005
Foto: Cortesía de Hernán Canales.
En esta fotografía figuran de izquierda a derecha: Hernán Tovar, Joel Ospina, Choyo Monge, Adolfo Barrientos, y Hernán Canales.

sábado, 24 de julio de 2010

ORIGEN DE LA FIESTA DEL SANTIAGO

La región central peruana tiene su fisonomía especial, su característica peculiar en cuanto a costumbres, creencias, fiestas, supersticiones se refiere; porque todavía se mantiene en muchos pueblos todo ese matiz de emociones populares, con mas nitidez y pureza que en otros. En cuanto a las fiestas, sobre todo a los bailes, por influencia de otras importadas se ha ido perdiendo o fusionándose en forma tal que no han conservado en su primitivo estado.

El 25 de julio de cada año, se realiza la fiesta del santiago, fiesta que no es sino del ganado de los pastores, teniendo como base la superstición de considerar al TAITA HUAMANI, como dios y señor de los cerros.

Conviene describir un poco acerca del origen de esta fiesta. Podríase tal vez adelantar en decir que no la han introducido los conquistadores españoles, sino mas bien a la venida de éstos los indios trataron de seguir festejando a sus animales bajo la advocación del apóstol Santiago. Decimos esto porque si es verdad que en lugares mas cercanos a las grandes poblaciones, por ejemplo Huancayo, los nativos veneran a este apóstol encendiéndole ceras en la víspera de la fiesta y conservando la imagen en bulto, en muchos casos con su típico caballo blanco, con su sombrerito de vicuña y ponchito que muy bien ha estudiado, desde el punto de vista de la historia, el acusioso investigador y diplomático Rafael Heliodoro Valle.

En cambio en otras comarcas, pueblos o comunidades de Tayacaja, también festejan con el nombre de Santiago pero lo que mas les interesa es realizar la “pagapa” u ofrenda que le deben rendir al cerro mayor, o a la tierra, porque aún obran con criterio panteísta pensando que dentro del cerro o en el fondo de la tierra está el TAITA HUAMANI o TAITA ORCCO, o señor de los cerros que no es sino un hombre alto de dientes de oro, que usa botas y que reside en un suntuoso palacio, cuyos designios a favor o en contra depende de la forma cómo los moradores de dicha comunidad se comportan con él.

Para el etnólogo José Matos Mar es interesante el estudio de esta fiesta ganadera porque a través de ella se puede percibir claramente la persistencia de los elementos culturales antiguos, conocer cómo en el proceso de transculturización se han fusionado las formas culturales indígenas y alienígenas, cómo han buscado una nueva configuración que está dando por resultado un mestizaje que caracteriza la nueva cultura.

Se conoce con el nombre de “herranza”, continúa Matos Mar, a la fiesta que se realiza anualmente para marcar el ganado, costumbre introducida por los españoles; cada dueño debe poner con un hierro caliente sus iniciales en el anca de las reses; es la señalización de la propiedad individual. Los antiguos peruanos no conocieron esta forma de marcar sino otra: hacer una señal en los auquénidos, los únicos animales por ellos conocidos, que consistía en colocar lana de colores (cintas) en las orejas cortadas.

Esto hace pensar que nuestros aborígenes dedicaban determinados días del mes de julio a festejar a sus animales y pastores después de las cosechas de sus productos. A estos indicios de la última clasificación social -casi parias- que pasaban y pasan su vida cuidando y pastando el ganado de sus patrones en las punas y en algunos lugares inhóspitos y como lenitivo a su dolor y angustia, el día de Taita Huamani o Santiago obtenían y obtienen estos, como regalo de fiesta algunas prendas indumentarias de inmediata necesidad: ojotas, lliclla, manta, etc.

Como un ablandamiento a su tragedia esperan con ansias el 25 de julio por ser tanto su fiesta y la de sus animales a los que están intimamente ligados de alma y corazón. En esta fecha experimentan las dolorosas gotas de sus sentimientos a través de las letras de los cantos que el ingenio de sus mentes creadoras han tejido con exquisita sensibilidad, recogiendo el maravilloso encanto de bello colorido poético, el eco de la misma naturaleza que convertidos en emotivos poemas sirven de solaz a sus almas nobles y puras como las aguas de sus puquiales.

Autor: Sergio Quijada Jara

Fuente: Extracto literalmente tomado de "Taita Shanti fiesta del ganado y pastores" (separata).

Revista Hispanoamérica de Literatura Nº1, Lima, Mayo de 2002.

Imagen de portada: Pintura de Josué Sánchez

Video: Santiago en Pampas.

domingo, 18 de julio de 2010

DESEMPOLVANDO RECUERDOS


DESEMPOLVANDO RECUERDOS DE ANTAÑO

Viajando en la máquina del tiempo mental, me sitúo en los años cincuenta, etapa de la transición de la niñez a la adolescencia, cuando cursábamos nuestros estudios en nuestra querida escuela pre vocacional de varones número 521, recuerdo que nuestro director era don Jesús Acevedo al que le decíamos “ Quillo”, cuyo castigo era darnos un jalón de orejas a jalarnos de las patillas de la sien, nuestros profesores eran don Francisco “Pancho” Ortega, Zacarías Oregón, la inefable y muy temida señorita Isaura Tovar, cuya aula era de propiedad permanente y pasaban los alumnos del segundo año, la profesora Guillermina Vilcahuamán, la profesora Adelina Sánchez de Matamoros, el “Chino” Gálvez y algunos mas que en este momento no recuerdo. En esa edad de dicha la vida se presentaba en temporadas de juegos, se iniciaba el año escolar jugando a los ñocos con bolitas de cristal, seguía el “mundo” en que se tenia que trasladar una rodaja de piedra o teja con la punta del pie a través de un sendero trazado y saltando en un solo pie. luego venían los trompos con sus púas especiales y se jugaba a los “quiñes” o a sacar monedas, después era el runrún con sus bordes bien afilados jugando al “cuchuchi”, en las vacaciones de agosto se hacían volar cometas en Yanama o en Rumichaka, para luego seguir jugando a la “chalaquita” o “cara y sello” con monedas de chico, gordo, medio, real o peseta o en su defecto trozos de loza, luego se ponía la moda las “pelis” y finalmente el bolero. El fútbol se jugaba en todos los recreos y era allí donde destrozábamos los zapatos y ensuciábamos la ropa.


El horario de clases era partido: mañanas y tardes, en que generalmente nos hacíamos la “vaca” por las tardes, para ir a nadar al rio Opamayo, en algunos remansos hondos como el “morro de Arica”, o “la playa de los vaqueros” ; y los policías, que a falta de ocupación iban a perseguir a los “vaqueros”, siendo uno de los mas famosos el muy temido por la niñez de Pampas el guardia Abraham Ávila que se le concia con el apelativo de “Loqchimber” quien los llevaba a la comisaria y entregado a sus padres, previa azotaina . En los recreos nos poníamos a jugar a la “convoyada”, en el local de la cárcel de Pampas que estaba en construcción, cuyas obras se paralizaron durante muchos años.


Algunas veces, era un espectáculo ver a Carlos Martínez mas conocido por el apelativo de “cojo Lacha” premunido de la corneta mayor de la escuela y seguido por los chiquillos que seguíamos al Bando Municipal, en cada esquina se detenía la comitiva y el pregonero leía en voz alta el comunicado del Alcalde a la ciudad.


En esa edad de la vida, en que comienza a formarse la personalidad, se comenzaba también a cimentar grandes amistades del futuro, como no recordar las fiestas del mes de enero en que estábamos al cuidado de la caída de los globos aerostáticos, si caía uno, toda la chiquillada nos abalanzamos y el globo desaparecía, pues cada uno cogía su trofeo, un pedazo de papel de cometa y que lo utilizábamos después para pintar de negro las cara de algún amigo descuidado, protagonizábamos también la lucha de alpuntos, para lo cual llenábamos nuestros bolsillos con las semillas de las papas llamados alpuntos y con nuestros jebes hacíamos la guerra, o en su defecto, cortábamos un tallo hueco de la cicuta y lo convertíamos en cerbatana y los dardos eran los frutos verdes de las guindas, con nuestra cerbatana jugábamos a la guerra en la casa de Abad, una inmensa mansión a medio construir que habíamos convertido en nuestro cuartel general.


Recuerdo muy claramente algunos “opas” que formaban parte del folclore pueblerino tales como Antanco que al decir de los mayores era temido por su descomunal fuerza, pues decían que cargaba costales de papas de cien kilos de peso y que era capaz de pelear fácilmente contra un toro; el otro opa famoso era Mariano que se pasaba la vida haciendo mandados y en las corridas de toros era el torero principal, pues se lanzaba temerariamente al ruedo con un pedazo de tela, que en sus orígenes fue posiblemente poncho, como capa para torear a los ejemplares taurinos, muchas veces fue corneado y revolcado por el animal, pero parece que la suerte siempre le acompañaba, ya que nunca pasó de leves rasguños; otro personaje que llamaba la atención era “Media vida”, nadie sabia su nombre, era un tipo de talla mediana, extremadamente delgado, de ahí su apelativo, no tenia un domicilio conocido y tenia la habilidad de hacer candelabros y ceniceros de lata, para lo cual se agenciaba de latas de leche o aceite y como herramientas tenía una tijera, un cautín y un alicate que le servían no solo para hacer sus trabajos de ojalatería, sino para parchar las ollas, platos y tazas, de muchos hogares que requerían sus servicios.


En aquella época, el rio Viñas traía agua todo el año y las lavanderas lavaban la ropa utilizando, además del jabón, unas palmetas con la que golpeaban la ropa sobre una piedra, mientras nosotros jugábamos en el resbaladero del puente que era el plano inclinado de cemento pulido, después de haber visto con asombro como acerraban los troncos en el aserradero de Enrique Latoure y finalmente, terminábamos la tarde en la piscina de don Eudolfo “Ucuco” Sánchez.


Como no recordar las famosas tardes futbolísticas en la que brillaban Lucho “Chenqo” Monge, Rubén “Chacra” Hurtado, el “Moño” Gutiérrez, Luchito Lazo, Juvenal Monge, Antonio Cano, Víctor Cósser, Eli Pacheco, el “Chico” Torres, el “Negro” Córdoba, el “Chino” Gustavo Monge (recientemente desaparecido) los grandes arqueros que eran nuestros ídolos el “Cachca” Candiotti y Paco Chávez, el primero defendía el arco del equipo “Daniel Hernández” y el segundo del “Centro Unión Tayacaja”. Además de estos dos equipos el “Club Impuestos” y el “San Juan de Pillo” conformaban el firmamento futbolístico de Pampas. Don Gustavo Gamarra, fue siempre líder y pionero del deporte en Pampas y César “La vieja” Morales el primer arbitro que usó muy orondo el uniforme oficial de los árbitros.


Titulo: Desempolvando recuerdos de antaño
Autor: Hernán Canales Acevedo
Imagen: Fundadores del Colegio Nacional San Pedro de Tayacaja

domingo, 11 de julio de 2010

MEMORIA CULTURAL DE TAYACAJA


MEMORIA CULTURAL, IDENTIDAD Y PROGRESO DE TAYACAJA

La Municipalidad Provincial de Tayacaja que preside Américo Monge Abad acaba de editar un boletín de indudable valía. En sus páginas se conjuga información gráfica respecto de las obras desarrolladas en los dieciséis distritos de la provincia; y, se revela las estancias de una travesía gratificante por los signos y huellas de nuestro patrimonio histórico.

Sin lugar a dudas, la sección denominada ‘Descubre Tayacaja’, es un gran acierto en tanto y en cuanto muestra en calidad de primicia testimonios ancestrales en su mayoría desconocidos por los tayacajinos. Citamos por ejemplo: Cueva de Tambomachay; Sitio Arqueológico de Llaqta Qolloy; Amaru de Chacas; Ruinas de Pirwashqa; Caminos del Inca en Atocc; Artesanía en Madera de Pichos; Sitio Arqueológico Inca Machay; Baños termales de Qello Qollpa; Restos Arqueológicos de Pumahuatana; Jeroglifos de Letramachay, Pinturas Rupestres de Tocos; Casa Hacienda de Vilcapata (siglo XVII); Ruinas Arqueológicas de Catamarca; Puente Peatonal de Chiquiacc; Ruinas Arqueológicas de Chiquiacc; Cascada en Tintaypunco, etc. Hermosos tesoros que se lucen en terrenos del señorío Tayacaja y que espera vuestra visita.

La edición que llegó a nuestras manos de milagro, es un Material producido por el Municipio Tayacajino en edición y revisión a cargo de Crizálida Galindo Quijada. Es oportuno expresar palabras de felicitación a Inti Comunicación Gráfica y Audiovisual en el concepto y diseño ágil, pulcro, en excelente papel couché y las magníficas fotografías de Alexis Suárez cuyo lente zahorí propicia un placentero develamiento de esta obra, verdadero descubrimiento que señala la importancia de nuestra provincia y afirma la identidad en el concepto que Tayacaja no es solo una provincia sino un sentimiento.

Autor: Carlos Zúñiga Segura

Colaborador Exclusivo de Saposaqta

Imagen: Portada de la Revista Memoria Cultural de Tayacaja

domingo, 4 de julio de 2010

ONDAS ISABELINAS


ONDAS ISABELINAS

La historia del Colegio San Isabel de la ciudad de Huancayo registra presencias fundamentales de jóvenes tayacajinos que estudiaron en sus aulas e integraron promociones destacadas a lo largo de los años.

Las iniciativas y realizaciones de aquellos estudiantes revelan la especial textura espiritual de los hombres y mujeres nacidos en las mágicas tierras de San Pedro de Tayacaxa que en tiempos ancestrales pertenecieron a Lázaro Yupa Inga Uacachi.

Un hecho cultural que amerita reconocimiento sucedió el 3 de julio del año 1916 en que se funda la revista Ondas Isabelinas gracias a la iniciativa de Leonidas Aguirre Suazo, Gonzalo Rodríguez Arauco y el tayacajino César Edmundo Monge Sánchez quien fue el primer director del órgano estudiantil ya en calidad de exalumno.

Aquel año dirigía el plantel el doctor Enrique Arnáez Naveda quien inmediatamente acogió con entusiasmo la iniciativa y proporcionó en calidad de préstamo treinta soles para la primera edición, suma que le fueron retornados gracias a la acogida que tuvo la revista.

En ocasión de las Bodas de Oro de la revista –se sabe- la Editorial Sebastián Lorente de la Gran Unidad Escolar Santa Isabel editó un número extraordinario de la revista homenajeando a sus gestores y señalando la trascendencia de la prensa estudiantil.

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Foto de portada: César E. Monge Sánchez