domingo, 23 de marzo de 2014

LA CARRETERA PAMPAS - HUANCAYO



El asfaltado de la carretera que une Pampas a Huancayo es la noticia que llama una vez más nuestra atención. Este anhelo, viene siendo promesa desde  hace 89 años; es decir, nuestros representantes en el Congreso, en la Región y Municipios han ido haciendo caso omiso a las legítimas aspiraciones del pueblo que los eligió. Esperamos que el Gobierno Regional que preside el señor Maciste Díaz Abad concrete esta demanda, que sin duda tendrá repercusión en el desarrollo integral de la Región.

Veamos un poco de historia. A la una y media del viernes 5 de junio de 1925 la población de Pampas presenció la llegada del primer automóvil desde Huancayo, marca Dodge, 4 cilindros,  cubriendo los 65 kilómetros en 3 horas 30 minutos. Benjamín Roca Muelle miembro del directorio del Touring Club Peruano fue el primero en realizar este viaje que mereció los valiosos comentarios de Enrique de la Flor Zegarra director de la revista “Cultura Peruana” quien destacó las magníficas condiciones de esta vía de gran trascendencia, construida gracias a la iniciativa y empeño del Diputado Nacional Celso S. Abad.

Benjamín Roca Muelle y sus hijos Benjamín y Pedro, inscribieron sus nombres como los primeros viajeros, siendo  piloto el señor Chacón quien retornó a Huancayo el mismo, llegando  a las 7 de la noche.
Al día siguiente, es decir el 26, Pampas recibió otro carro. Marca Hudson de propiedad  de los señores Mendizábal y Ráez quienes arribaron a las 2 de la tarde siendo agasajados por las autoridades en el Hotel Calderón.

A las 4 de la mañana del día siguiente ( 27) llegaría un camión, propiedad de firma Romero Hermanos (de Pucará), vehículo que fue  alquilado por algunos ciudadanos pampinos, encabezados por el doctor Abad, a fin de realizar un paseo hasta Huancacruz.

Autor: Carlos Zúñiga Segura
Colaborador exclusivo de Saposaqta
Imágen: El Diputado Celso S.  Abad y la comitiva de recibimiento en la Plaza de Pampas, con ocasión de la conclusión de la carretera Huancayo - Pampas

Fotografía: Archivo de Saposaqta

lunes, 17 de marzo de 2014

LOS CORTAMONTES




En el valle de Pampas Tayacaja, como en muchos lugares del Perú, en esta época del año, se realizan los famosos “cortamontes” o “yunsas” costumbre, dicen algunos, “tradicional y bonita”.  La costumbre consiste en talar o quitarle la vida a un hermoso árbol de la campiña, y que cumpla los requerimientos y cualidades solicitadas, esto es, altura, frondosidad, grosor del tronco, para luego trasladarlo al lugar elegido para el festín y plantarlo en un hoyo previamente preparado por los organizadores.

 Antes de “plantarlo” el árbol es “adornado” con artículos de plástico barato, frutas, o prendas de vestir. Seguidamente los organizadores invitan a la concurrencia, hacha en mano, a dar  inicio a la fiesta bailando en pareja alrededor del árbol. Por supuesto que los "mayordomos" se han premunido de muchas cajas de cerveza que las reparten cada vez que una pareja haya hecho uso del hacha.  Los varones hacen gala de su destreza o fuerza de “macho” para impresionar a la fémina que la tiene como pareja. 

Al cabo de un tiempo, el árbol  cae, mientras los participante se ponen a buen recaudo para dar paso a los jóvenes y niños a lanzarse tras su presa, mientras que la pareja que logró “tumbarlo” es alzada en hombros al son de una fanfarria ejecutada por la orquesta presente. Esta pareja será llamada a realizar un acto similar el siguiente año. (Saposaqta)   

LOS CORTAMONTES

Por su modo de pensar, el hombre decide si vale la pena usar una herramienta u otra. Pero ¿Por qué razón en esta época, principalmente los provincianos derriban masivamente nuestros árboles urbanos? ¿Qué obliga a que en una sola cuchipanda carnavalesca, se talen 30 hermosos árboles que hasta un día antes nos brindaba invalorables servicios en la muy contaminada Lima?

Colgar de los árboles (previamente talados y vueltos a instalar) multicolores objetos para atraer a la clientela dejó de ser una fiesta costumbrista familiar para convertirse en una actividad metropolitana muy lucrativa y con enorme vigencia en Lima que no solo las realizan los andinos sino también los nacidos en la selva, y en menor número los costeños, bajo el pretexto de darle continuidad a la tradición.

Antiguamente era un solo árbol en torno al que se reunía la familia y algunos invitados del barrio. Hoy no existe más esta vinculación; solo prima la relación comercial.

Para ello se cuelgan del árbol preferentemente objetos de plástico y algunas prendas de vestir de mala calidad; sin embargo. Últimamente para atraer más participantes, los febriles promotores folklóricos, prenden billetes de diez dólares americanos en algunos árboles a los que se les ha venido a dar nombres como “túmbame si puedes”, “parado es mejor”, “te espero en el suelo”, etc.

Ante este fenómeno depredador, la recordada cantante ayacuchana Nelly Munguía acuñó la frase “Si talas un árbol para tu diversión, planta varios para la vida” como una alternativa para quienes desean realizar la fiesta costumbrista; sin embargo “los cortamontes” o “yunsas” se multiplican en la medida que la crisis económica y de valores aumenta, no avizorándose aún su compensación reforestadora, ni mucho menos una mejora en la actitud ética del hombre frente a la naturaleza.

No solo son las instituciones provincianas de todo tipo y los promotores folklóricos, sino también las personas naturales que frente a la falta de recursos familiares echan mano al árbol del barrio o de la ciudad para recaudar fondos económicos. Y como la crisis es duradera entonces en cualquier fecha del año se derriban más y más árboles.

Lamentablemente es ver a las autoridades que deben reglamentar el uso de nuestros árboles urbanos, participar en los populares “cortamontes” o “yunsas”.

Muchas definiciones de lo que significa una costumbre festiva de esta naturaleza pasan por nuestra mente; pero todo indica que la mejor definición no se redacta con la pluma. sino con el hacha. Entonces dependerá de lo que piense un hombre cuando decide darle de hachazos a un árbol solo por divertirse.


Artículo extraído de la Revista FESTIVAL
Año 1 Nº 6   Febrero- Marzo 2003
Director de la Revista: Antonio Muñoz Monge


lunes, 10 de marzo de 2014

VOLVER DE VIENTO EN VIENTO



SAPOSAQTA,   Blog cultural de Tayacaja, difunde una vez más un hermoso poema de Leopoldo Pacheco Orellana, poeta pampino, donde la nostalgia y el amor a su pueblo se hacen presente con una fuerza sublime, propia de su fina pluma de escritor.

Voy a volver a mi pueblo
antes que se desvanezcan los caminos
El sol aunque triste
todavía alumbra los cerros
voy a devolver mi sangre
antes que los alisos se pierdan
en las noches de olvido.
Voy a volver corriendo
por esos caminos de maguey,
salpicando arpegios de hojarasca
hasta el cristalino destello del río;
sin disfraces ni bastones
que articulen mis carcomidos huesos,
sin calmantes que encadenen
mi vida a mi muerte


Voy a volver
sin haberme ido nunca de mi tierra,
cómo puedo haberme ido
si mi alma está lleno de manantiales,
si los guindos todavía
dan sombra a este corazón ingrato,
si todavía sigo viviendo
en esa casita de tapiales y tejas ocres,
si todavía sigo muriendo lejos,
lleno de luz, con triste fulgor.


Es cierto que estoy lejos,
pero he traído a mi pueblo en mi piel,
en estos mis huesos
que muy pronto están doliéndome,
en este sufrimiento que me lleva
de frente al camino de vuelta;
pero no quiero volver solo,
volveré con mis alegres sueños
sin que nadie me ayude a saltar
esa herida de la acequia;
mi juventud me está esperando
impaciente en el trigal
para trepar árboles de nostalgia
y correr descalzo desandando el tiempo.


Nadie vuelve a su pueblo más joven
porque se llevó sus años,
yo los dejé en mi tierra
como presintiendo que me haría viejo,
por eso vuelvo, a encontrarlo
en el trinar diáfano de los gorriones,
en el bullanguero torrente del río,
en su espuma blanca que canta,
en el estío que pinta de tarde los cerros
o en el beso de mi madre
rozándome la nieve de sus cabellos.


Cuando llegue a mi pueblo,
cruzando ese puentecito sobre la vida,
habrá amanecido en mis sueños
el abrazo fraterno a la tarde
que pasa lacerando el viejo cementerio,
para despedirme, siempre,

Autor: Leopoldo Pacheco Orellana (Pampas 1961)
Poema: “Volver de viento en viento”
Del Libro: Nostalgia del Dolor
Ediciones Tayacaja 2013
Imagen: Valle de Pampas
Fotografía: Claudio Suárez Jiménez