En esta época de PANDEMIA ocasionado por un microscópico virus en el mundo entero, las fiestas tradicionales de nuestros pueblos, han sufrido la postergación o el cambio de fecha, sin embargo queremos seguir trasmitiendo por estos medios virtuales, las costumbres ancestrales de los pueblos andinos, como es el propósito de este Blog.
En los andes centrales se celebran en estos primeros días del mes de
Mayo la Fiesta de las Cruces con bastante fe y tradición. En Pampas igualmente,
nuestro cerro San Cristóbal, es testigo de este acto religioso en los meses de
mayo. Aun, los que estamos lejos, recordamos a los valerosos “kirmas” o los cargadores, que heroicamente bajaban la
enorme cruz del San Cristóbal para luego de algunos días de homenajes , rezos y
devociones, ser devuelto cuesta arriba, hasta la cumbre del cerro, para que
desde allí nos proteja a todos los habitantes del lugar.
Publicamos un extracto, de un estudio
realizado por el antropólogo Bernardino Ramírez Bautista, sobre este tema, para
una mejor comprensión del origen de esta tradicional costumbre
LA CRUZ DE LOS CERROS
La presencia de la Cruz de Cristo en los
pueblos y comunidades del Ande peruano, simboliza en lo ideológico-religioso el
dominio occidental sobre la mayoría de los pueblos de esta parte del mundo.
Como sabemos la fe cristiana fue impuesta por los conquistadores españoles en
el siglo XVI quienes con la cruz, los santos, las vírgenes y los cristos
lograron dominar la vida y las conciencias de los indígenas.
Fue un proceso largo y difícil, la
evangelización y el adoctrinamiento, la fundación de pueblos indígenas en las
reducciones toledanas y bajo la advocación de algún santo, los concilios
limenses, el Santo Oficio, la Inquisición y la extirpación de idolatrías,
fueron elementos que minaron hasta sus raíces la religiosidad aborigen que, no
obstante, con sus mallquis, sus pueblos viejos, sus pacarinas, sus huacas, sus
sacerdotes y sacerdotisas, sus dioses tutelares resistieron a la imposición
hispana durante los siglos XVI y XVII.
A
partir de entonces, los diversos símbolos e íconos cristianos fueron
reemplazando a las divinidades indígenas cuya significación religiosa-totémica
se fue perdiendo irremediablemente; de esta forma, lo colonial se fue
enraizando en el alma campesina, formando parte de su tradición, de sus costumbres y de la cotidianidad de su
vida, convirtiéndose estos elementos coloniales y de dominación en formas de
vida popular.
Los antiguos peruanos no tuvieron
motivaciones religiosas vinculadas a la cruz, no cabía en su mentalidad que
podría elevarse en su cosmovisión hasta convertirse en un ser sagrado, más aún
cuando «consideraban que sus dioses hablaban, se comunicaban con ellos y que
esos dos palos no hablaban»; es cierto que veían a la constelación que los conquistadores
europeos llamaron Cruz del sur, pero para ellos era la constelación de los
tiempos vinculada a la experiencia y al calendario agrícola, pues afirmaban que
«para comprender al cielo hay que mirar la tierra»
En Huamantanga encontramos a las cruces en
las cimas de los cerros, en sus Apus o Jircas como en Luchuchana, en Huaripa,
en los pueblos viejos o mallquis como Ripish, Purunmarca, Quishuar (Tayacaja),
Racsa. A estos lugares ancestrales veneraban los antiguos, pero los curas les
dijeron que ya no se acercaran a ellos porque los abuelos los agarran y de
seguro se enfermarían y, para asegurarse que los indios no veneren más a sus
mallquis, los hispanos destruyeron gran parte de los pueblos antiguos, práctica
repetida en los años ochenta cuando los de Anduy destruyeron casi por completo
al «Pueblo Viejo» para construir una laguna hasta hoy inservible.
Hay cruces en los caminos para proteger a los
caminantes del pueblo y a los extraños que llegan o salen; las conopas o
mallcos, ídolos para la protección y buena producción de los maizales y
papales, también fueron reemplazados por la cruz; a las lluvias, el rayo y el
trueno que hacían germinar y florecer los campos se los reemplazó con las
cruces Lomeras; a las viviendas para su protección se colocaban cruces en los
techos luego del zafacasa reemplazando a las cunuvas llenas de maíz y cereales
para que en ese hogar nunca falten.
Fuente: “La Fiesta de las Cruces, expresión
del Sincretismo Cristiano-indígena”
Autor: Bernardino Ramírez Bautista
Nota. Este es un extracto del Libro