martes, 28 de septiembre de 2010

RECUERDOS DE NUESTRO PUEBLO

Pampas es la capital de la provincia de Tayacaja, departamento de Huancavelica; está ubicada en la parte central y meridional de un extenso valle y tiene como guardianes a dos colosos pétreos, el Yanapadre y el San Cristóbal. El valle está orientado de oeste a este, es bañado por las aguas del rio Opamayo, que nace en las alturas de San Juan de Pillo y se abre paso dificultosamente a lo largo de todo el valle, originando en su recorrido un sinuosos meandro; en la época de estío prácticamente se seca, pero en el verano aumenta su caudal y se desplaza en forma silenciosa haciendo honor a su nombre que significa “río silencioso” en nuestro idioma nativo.
Hernán Canales Acevedo (Pampas de Leyenda)

Todos los pueblos tienen algo que contar, historias reales o imaginarias que son las tradiciones y las sabidurías de los pueblos y pienso que detrás de un mito, hay algo de cierto que debemos conocer y revalorar.
Juan Taboada Mendes (Historias, Mitos y Leyendas en Tayacaja)

Tardes de mi pueblo
te recuerdo
recorriendo sueños
de infancias dormidas,
entre calendarios
de manos polvorientas,
Te recuerdo
con juguetes de molle
y cometa al viento.
Carmela Abad Mendieta (Poemario)

Tayacaja es reconocida como la capital energética del Perú, porque en su suelo se ubica la Central Hidroeléctrica del Mantaro la misma que proporciona energía eléctrica a una docena de departamentos del país. Su capital Pampas, está a 70 kilómetros de Huancayo, a 379 de la ciudad de Lima.

Tayacaja se enorgullece de ser la cuna del maestro Daniel Hernández Murillo, fundador y director de la Escuela Nacional e Bellas Artes hasta el día de su muerte. Hernández nació en la modesta aldea de Urpay comprensión del distrito de Salcabamba. En Lima y en las mejores urbes dio lustre a la pintura nacional.
Carlos Zúñiga Segura (Literatura de Tayacaja)

….”sigo volando feliz por el firmamento de los cielos de Pampas. Ahí está mi casa, con la tía mamá sentada en la vieja poltrona, en el corredor tomando sol o podando sus rosales, cantando, silbando esa canción triste que, todavía la escuchamos, “cuando va muriendo el día y se va ocultando el sol, no has visto como se agrandan, las sombras de la colina” Ahí están las palomas castilla de la vecina, que anidan en los huecos de los aleros, debajo del techo de tejas, engordando sus buches, moviendo sus cuellos, picoteándose, enamorándose….”
Antonio Muñoz Monge (Que nadie nos espere)

viernes, 17 de septiembre de 2010

A 20 AÑOS DE SU MUERTE


Sergio Quijada Jara

En nuestro medio existió y existe un grupo de investigadores de nuestro folklore, que trabajan en silencio. Sergio Quijada Jara fue uno de esos corajudos estudiosos. Nació el 5 de octubre de 1914 en el fundo Magdalena, distrito de Acostambo, provincia de Tayacaja.

Aunque existe una idea equivocada sobre la manera de ser del poblador andino, a quien se le cree parco, huidizo, cuando en realidad, el humor serrano posee una especial e ingeniosa ironía, una intención juguetona, fundamentalmente cuando se habla en quechua, que es riquísimo en recursos metafóricos, en sugerencia y sobreentendidos. De esta manera, Sergio Quijada Jara, fue recogiendo con paciencia y amor, esa manera de decir las cosas con gracia e ironía. Fruto de esa aventura dialogante es su irónico libro publicado en 1965, “El lenguaje del trago”.

En 1944, entrega su fundamental trabajo, “Estampas Huancavelicanas”, un hermoso y vital compendio del espíritu de un pueblo, sus fiestas, costumbres, leyendas, creencias, cantos, dramas, adivinanzas e insultos quechuas. En 1951, su libro, “La coca en las costumbres indígenas”, reivindica a la hoja sagrada de los Incas, testimoniando la cotidiana vida indígena en compañía de la coca, ya en chacchado o en esa sugerencia lúdica de leer las hojas.

Luego vendrá en 1958, su monumental trabajo, “Canciones del ganado y pastores”, con prólogo del peruanísta francés Paul Rivet. Dos años después, su libro “Cantuta flor nacional del Perú”, exterioriza su gran amor por esta flor y su jerarquía de símbolo patrio. En “Las aves en la Tradición Popular” (1970), nos acerca a la inmemorial y candorosa enseñanza de la fábula, donde la ficción se nos confunde, con la realidad de todos los días. El 26 de agosto de 1990 murió en Huancayo, ciudad a la que amó hasta los últimos rincones de su valle musical.

Autor: Antonio Muñoz Monge
Fuente: Revista Festival Julio Agosto 2005

domingo, 5 de septiembre de 2010

PUÑAL DE CACHITA BLANCA

"Los poetas somos viento del pueblo, nacidos para pasar soplando a través de sus poros y conducir sus ojos y sus sentimientos hacia las cumbres más hermosas” dijo alguna vez el poeta Miguel Hernández. En efecto, este aserto se confirma en el periplo fecundo por el vasto reino de la literatura de Tayacaja que viene a constituirse en palpitación vital del hombre enhebrado en el resplandor mágico de la creación literaria.

En reciente visita al barrio de Chalampampa he sentido ese permanente caudal alimentado por hechos cotidianos, cuyas pulsaciones en mayor o menor medida –trasladados desde su cotidianeidad al análisis y lección- se convierten en heredad que compromete impulsarla, valorarla y difundirla. En ese caudal iluminador de la palabra recordé a don Celso S. Abad, a su esposa señora Luzmila Idoña y a José nacido en abril de 1932, abogado, profesor y narrador.

José Abad Idoña ha publicado un trascendente libro de relatos “Puñal de cachita blanca” escrito no de las cosas sino de la esencia misma de las cosas como dice Pffeifer; por ello, Abad sabe y siente la textura de nuestro pueblo, sus personajes, sus asunciones cotidianas respecto del tiempo y la vida; y, así precisamente de ese conocimiento certero se nutre su palabra plena y florecida desde Salcabamba como una lima-lima aromada en el altar de los recuerdos.

Sus cuentos se vertebran en ese universo encantatorio de las tierras tayacajinas, de modo tal, que las imágenes amalgaman topías plena de angustias o florecimientos de una utopía porque el mundo cicatrice sus heridas.

Carlos Zúñiga Segura

Colaborador exclusivo de Saposaqta