domingo, 25 de mayo de 2014

BANDEROLA DE LATA Libro de Poesía




DESDE LA MÉDULA DE LOS HUESOS
Y LA CANDELA DEL CORAZÓN

Banderola de lata es el libro de poemas de Antonio Muñoz Monge, pulcramente editado por la Universidad Alas Peruanas, cuya lectura nos permite sentir los recuerdos arropados en el hervor de la sangre del poeta, que suscribe sus sentires  como tatuajes de nostalgia.

Los poemas descubren y señalan vivencias y afectos sencillos, transparentes y en su esencia la arquitectura perfecta de sentimientos íntimamente ligados al poeta,  a manera de una confesión  manifestada en  “la sombra de la tarde que golpea mis recuerdos”.

Madre tía
te recuerdo bordando iniciales
en mi ropa huérfana
para este viaje anclado a la deriva
que no termina todavía.

Muñoz Monge sabe y siente que todas las vivencias, deben permanecer en el almácigo de la memoria, en la medida que las palabras no sólo constituyen tensiones internas que sacuden el alma en las distintas aristas de la experiencia humana, sino  que además, enhebrándose en preciso equilibrio, constituyen el encantatorio abrigo de los afectos.

Cuántos recuerdos y descansos
cuántos atajos para llegar a ti
cuántas esperanzas difuntas
y volverla a encontrar en la terquedad de los días
en el abrazo del amigo.

En las páginas de Banderola de lata se inaugura la morada vivencial, a base de una pulcra estética de vasos comunicantes, donde la nostalgia de los años florece  en una ceremonia de sensaciones privilegiadas,  donde es posible guarecerse entre murmullos confidenciales, para fijar “el sitio vacío junto al fogón” y contemplar a la “paloma blanca que dormita en su vuelo”

En el abismo que es otro camino
el eco de la voz demora
se detiene en el aire
se filtra en la sospecha
camina en el susurro para que no la olviden

La textura de la palabra en Antonio Muñoz Monge, es la exaltación de vivir y sentir a plenitud los avatares del tiempo y plasmarlos a través de una hilación sutil y rotunda a la vez, para representar el espacio vivido y sentido en un solo plano llamado en este caso Banderola de lata, que sustenta, precisamente, esa vida hecha de florecimientos y tensiones afectivas, nacidas desde las nervaduras de la sangre en auténtica comunión del ser en el SER.

Echado sobre la hierba miro al cielo
tengo el viento en mis manos.
Es la música de tu voz
de la cabellera del maizal
del surco al mediodía.

Cincuentiocho poemas que reflejan la esencia del hombre, su bagaje espiritual, el fruto de su asunción creadora en la línea más pura y transparente, la postal de la familia, los amigos, los amores, las coyunturas afrontadas en el diario batallar contra las sombras. En esa travesía, Antonio Muñoz Monge, vertebra el edificio poético de su magnífica Banderola de lata procurando “perennizar tu momento eterno (…) para llevarte por siempre en los caminos del retorno”.

Antonio Muñoz Monge ha escrito una vez más un hermoso libro con la fuerza de sus recuerdos, sueños y  visiones de mago, con los signos y aromas captados  por todos los caminos de la patria, para anunciar con sus banderolas poéticas, que los hombres “Vienen cantando por los caminos del cielo”. Así lo dice conmovido para el amigo lector en  “este libro con las palabras tercas de toda una vida”.

Carlos Zúñiga Segura
Colaborador exclusivo de Saposaqta


miércoles, 14 de mayo de 2014

COLCABAMBA





El Blog Saposaqta tiene el agradado de presentar un diagnóstico del distrito  de COLCABAMBA, provincia de Tayacaja, gracias a un artículo extraído del libro "Movimientos Campesinos en Colcabamba - Perú 1970 - 1990", del antropólogo colcabambino Néstor Godofredo Taipe Campos, para obtener una Maestría en la ciudad de Mexico D.F.


COLCABAMBA

Nuestro estudio ha sido realizado en el distrito de Colcabamba, perteneciente a la provincia de Tayacaja, ubicado en los Andes Centrales del Perú.

El distrito está situado al este de la ciudad de Pampas (capital provincial), a una distancia de 56 kilómetros de carretera afirmada en relación a ésta, y 120 kilómetros de la ciudad de Huancayo (la más importante de la región). Por su territorio atraviesan las carreteras que se dirigen de Huancayo a la Central Hidroeléctrica del Mantaro, a la mina de Cobriza y a la ciudad de Ayacucho; además, tienen otros ramales que comunican con los anexos Estanque, San Isidro de Tucllacuri, Quichuas, Tocas y Ocoro.

Su territorio fluctúa entre 1,500 y 4,375 metros sobre el nivel del mar. La mayoría de las comunidades campesinas, anexos, haciendas, la cooperativa agraria de producción y los grupos  campesinos tienen acceso a tres pisos ecológicos: fríos, templados y cálidos, determinando la variedad de la producción agrícola desde tubérculos andinos, cereales y leguminosas, hasta frutas y plantaciones de caña de azúcar. Igual variedad presenta la ganadería, crían auquénidos, ovinos, caprinos, porcinos, vacunos y équidos según se trate de una u otra área de pastoreo. Sin embargo, algunas comunidades campesinas o anexos tienen un control predominante sobre tierras frías, templadas o cálidas, presentando una producción agrícola y pecuaria especializada.

Al interior de la provincia, Colcabamba es el distrito más importante en la producción agrícola (porque gran parte de sus tierras son de riego), y a través de una pequeña burguesía comercial rural (que domina al mercado local) abastece productos a las ciudades de Lima  y Huancayo: mercados controlados por la mediana y gran burguesía comercial que a su vez proveen productos industrializados al mercado local. Además, en su territorio ha sido construida la Central Hidroeléctrica Santiago Antunez de Mayolo, la más importante del país, por eso a Colcabamba la consideran como «capital energética del Perú».

La población del distrito es predominantemente rural y se estimaba que, según el censo de 1981, alcanzaba a 20 mil habitantes distribuidos en comunidades campesinas, anexos, cooperativas, grupos campesinos, haciendas, campamentos de la Central Hidroeléctrica del Mantaro y en la capital del distrito (radio urbano).

Hasta principios de los setenta la tenencia de tierras en el distrito se caracterizó por el predominio de un sistema hacendil basado en la explotación servil, donde las haciendas  diferían unas de otras en extensión, en cantidad de haciendarunas sometidos a servidumbre y dependientes de ellas, en el uso de mano obra asalariada, en el grado de incorporación al mercado, en su innovación tecnológica, en la conducción directa o indirecta de la explotación de las tierras y en la especialización de la producción.

Las haciendas coexistieron con las comunidades campesinas y los pequeños y medianos propietarios, entre los cuales había un conjunto de relaciones económicas y sociales multiformes. Por la escasez de pastizales en las comunidades,   para apacentar sus ganados, algunos comuneros hacían uso de las áreas de pastoreo de las haciendas a cambio de fuerza de trabajo o pago en dinero. Es más, al control ejercido por el terrateniente sobre la tierra y la mano de obraotorgada por sus haciendarunas y los comuneros se añade también el dominio sobre los aparatos político-administrativos del distrito, situación que permitía que el poder del señor rebasara los límites de la hacienda y alcanzara al total de la población campesina comunera y a los pequeños y medianos propietarios de la jurisdicción del distrito, a quienes extraía excedentes en trabajo, dinero y especies a través de coerciones extraeconómicas que el ejercicio del poder real les confería.

Las comunidades no son homogéneas, unas se hallan en un proceso de parcelación y privatización como en el caso de la comunidad de Colcabamba, donde la mayor parte de las parcelas  son  ejercidas como propiedad privada de los campesinos, algunas de ellas todavía son comunales y son puestas en producción colectivamente para la obtención de fondos económicos, la mayor parte de los pastizales son también de patrimonio común. Además, al interior de esta comunidad hay propiedades -las mejores en extensión y calidad de tierras de los miembros del grupo de poder local que las explotan con mano de obra asalariada de los comuneros pobres.

Sin embargo, aún existen algunas comunidades campesinas «tradicionales» (por ejemplo Huaranhuay) donde el total de las tierras cultivables, bosques y pastizales son colectivos y los comuneros sólo los usufructúan.

En cambio, los pequeños y medianos propietarios explotan las tierras con el empleo de jornaleros campesinos de comunidades o anexos. La mayor parte de estas propiedades se hallan  ubicadas  en  el  sector  este  de l distrito y unas cuantas están dispersas en diferentes puntos.

La pequeña burguesía rural comercial, que desde 1946 controla el mercado de productos del distrito, en su mayoría proviene de las ciudades de Huancayo, Huancavelica, Pampas y Huanta.  Sin  embargo,  algunos  hacendados y campesinos fueron también atraídos por esta actividad, éstos últimos para complementar sus ingresos y asegurar su sobrevivencia y reproducción.

A este mercado local llegan productos provenientes de los hacendados, los medianos y pequeños propietarios y los campesinos de comunidades y anexos. Los primeros acuden al mercado porque su producción ha sido orientada al comercio y obviamente buscan ganancias; en cambio, los últimos acuden a vender y adquirir otros productos para complementar sus necesidades básicas de subsistencia, aunque más adelante empiezan a depender cada vez más de los comerciantes. De esta manera, la burguesía rural se apropia de una parte de los excedentes que los campesinos transfieren en favor del capital.

Este perfil de la estructura agraria y social nunca ha sido estático, se ha venido transformando dinámicamente con el desarrollo de procesos internos, por influencias externas o por la interacción de ambas, ocasionando el derrumbe del sistema de haciendas. Tampoco el cuadro de la dominación política ha sido inerte, los campesinos la enfrentarían y quebrarían al dominio del grupo tradicional de poder local, provocando cambios estructurales tanto en el orden agrario comen el orden político.

La capital del distrito es el centro poblado de Colcabamba, donde se hallan presentes un conjunto de instituciones estatales como el municipio, los juzgados de paz de primera, segunda y tercera nominación, la gobernación, el Ministerio de Educación y el Ministerio de Salud, el Banco de la Nación y una comandancia de la Policía Nacional.

Además, aquí es ejercida la mayor actividad comercial. Por ende, el pueblo de Colcabamba es el centro de poder político y económico que alcanza a todo el ámbito del territorio distrital. Este centro poblado se halla rodeado de la comunidad campesina de Colcabamba que hasta ahora es considerada «comunidad madre» de la zona, manteniendo estrechos vínculos con las demás comunidades, anexos y otras poblaciones campesinas del distrito.

Quiero terminar esta introducción expresando mis gratitudes, a la Organización de los Estados Americanos que, a través de una beca, posibilitó nuestros estudios de Maestría y la ejecución del presente.


Néstor Godofredo Taipe Campos
México D.F., julio de 1992

miércoles, 7 de mayo de 2014

LOS KIRMAS



Todos cargamos una cruz

La Cruz "Calvario" que nos contempla día y noche desde lo alto de la cumbre, nos recuerda la vieja canción:

 "Cerro de San Cristobal,
 subida y bajada, 
 rodeadito de tus lindas flores". 

Año tras año, durante los primeros días del mes de Mayo, la Cruz de los cerros es motivo de celebraciones en la ciudad de Pampas Tayacaja . La labor de bajar y subir la cruz la realizan los "Kirmas" que son los campesinos cargadores, comprometidos por siete años para esta abnegada labor. 

El tronco de la cruz tiene una longitud de 50 metros aproximadamente; el brazo unos 30 metros con un diámetro aproximado de 50 cm. La Cruz está pintada de color verde y cuelgan de sus brazos un paño blanco de seda.

El grupo de cargadores o Kirmas, son dirigidos por el Caporal Eloy, quienes orondos surcan el cerro al compás de quenas y tinyas, llevando cada uno de ellos palos de cinco metros, soguillas y sogas largas y gruesas. Cada cierto tramo descansan pikchando hojas de coca para adquirir resistencia, continuando, luego la marcha hasta llegar al pie de la cruz.

Una vez culminada la meta, el grupo de cargadores se arrodillan sombrero en mano y renuevan su fidelidad al todopoderoso. Encienden velas, oran, lloran y piden perdón por sus pecados. Estos fieles devotos que se portaron mal durante el año, son azotados para borrar sus pecados. A los nuevos cargadores o kirmas los "bautizan" con cuatro latigazos en las nalgas, comprometiéndoles a cargar la cruz durante siete años. Luego, al son de la tinya y la quena bailan y zapatean abrazados en señal de satisfacción.

Luego de estos ritos religiosos, los kirmas inician el desarme de la cruz, para la cual trepan hasta lo alto para desarmar y bajar el brazo, luego inclinan poco a poco el tronco hacia el suelo para iniciar la preparación amarrando los palos de cinco metros transversalmente sobre el tronco.

Los kirmas en yunta se sujetan de los palos con mantas en la espalda para amortiguar el peso de la enorme cruz. Igualmente atan sogas muy largas para poder controlar la velocidad de la tarea durante el descenso.
En este recorrido los kirmas descansan cada cierto trecho formando un círculo para pikchar sus hojas de coca matizados con copas de caña.

Es el momento que el caporal Eloy con voz de mando ruge:

¡¡ Una wapeadita Kirmas !!
¡¡ Chuuuuujuy !!

Una y otra vez repiten este grito de fuerza para reiniciar la bajada de la cruz. Mientras el músico acompañante, tambor y pinkullo en mano, entona la melodía característica de esta fiesta de mayo. Melodía pegajosa entre marcha militar y huayno que acompañará durante la bajada y subida de la pesada cruz. En este recorrido la cruz se desliza por inercia, siendo la velocidad controlada con los talones de los píes de los kirmas. Hay tramos de suelo resbaloso y arcilloso y los kirmas avanzan a rastras sudorosos y dando gritos característicos en grupo.

Otro grupo de kirmas controla la pesada cruz con las enormes sogas amarradas al tronco, cuando en algún momento desvíe su camino o cambie la velocidad de bajada, de esta manera avanzan a un solo ritmo al compás del tambor.

En el recorrido tienen que sortear zonas peligrosas como zanjas de cinco metros de ancho por cuatro de fondo y es el caporal quien advierte el peligro gritando a voz en cuello:

¡¡ Sayaichik !!  (alto)
¡¡ Sayaichik !!

Detienen la cruz y avanzan muy lenta y cuidadosamente. La adrenalina se apodera de ellos. No hay escapatoria. Están sujetos al tronco. Cruzan la zanja, los pies quedan a la intemperie. El tambor sigue sonando tu...tum...!!! ...tu ... tum...!!! Los que están adelante, por fin ponen los pies sobre la tierra. Dejan que fluya el peso que avanza por inercia. y finalmente cruzan la zanja.

Después de haber pasado lo peor en el descenso, descansan y seguidamente rugen:

¡ Una wapeadita Kirmas ¡
¡ Chuuuuujuy !

Por fin bajan al llano, luego de sortear muchas dificultades llegan a la ciudad. Orondos se dirigen hacia la Iglesia Matriz cargando la pesada cruz, ante la mirada y admiración de la población que se ha agolpado a lo largo de las calles para verlos a estos bravos cargadores. En cada esquina rugen:

¡Una wapeadita kirmas !
¡Chuuuujuy !

Es una verdadera peregrinación, cansados, sudorosos, con el cuerpo lleno de espinos, llegan a la Plaza Principal de la ciudad terminando su periplo.

Finalmente guardan la pesada cruz en la Iglesia para el culto respectivo. Queda la satisfacción de haber cumplido parte de su promesa.

Luego de unos días, después de cumplir con los rituales religiosos, vuelven a subir la cruz a su pedestal ubicado en la cumbre del Cerro San Cristóbal permaneciendo imponente vigilando la ciudad hasta el siguiente año.

Autor: Amilcar Torres Tristán
Colaborador de Saposaqta



jueves, 1 de mayo de 2014

SINDICATO DE DESOCUPADOS DE TAYACAJA

SINDICATO  DE DESOCUPADOS DE LA
PROVINCIA DE TAYACAJA
20 NOVIEMBRE 1931

Rastreando las fuentes históricas, es posible encontrar documentos que confirman la presencia de Pampas Tayacaja, como de antigua data en la vida nacional. Como ya hemos señalado en calidad de primicia hace buen tiempo, el primer documento escrito y que nos sirve como punto de partida en el libro Historia de Tayacaja,  está fechado en 18 de junio de 1594 donde figura Lázaro Yupa Inga Uacachi en calidad de Gobernador y Cacique Principal. En este documento rubricado por Alonso de Cantoral Escribano de su Majestad,  se menciona entre otros, a los indios antiguos y principales viejos Simón Apo Vayanai, Carlos Sullca Ynga Ruco y Andrés Chulunpanqui, abuelos ancestrales de los tayas.

En esta ocasión, a través de la fecunda ventana que auspicia Saposaqta, ofrecemos precisamente en el día del Trabajador, un documento referido a la formación del  Sindicato de los Desocupados en la Provincia el año 1931.

“Los suscritos, vecinos de esta provincia, reunidos en Pampas, a los veinte días del mes de noviembre de mil novecientos treintiuno, contemplando la actual situación que atraviesan, sin trabajo, resolvieron formar el SINDICATO DE DESOCUPADOS de esta Provincia, para el que nombraron como representante de ella al señor Lorenzo R. Sarmiento, Secretario y Tesorero al señor Cristóbal Silva y un miembro asesor al señor Octavio Medina, quienes forman el cuerpo directivo de la misma, teniendo este sindicato como única finalidad el CONSEGUIR MEDIOS DE TRABAJO HACIENDO TODOS LOS ESFUERZOS POSIBLES.

En fe de lo que llevan  expuesto, suscriben para que así conste: Lorenzo R. Sarmiento. E. Cristóbal Silva, Reynaldo Sosa, Víctor Ramos, Griseldo Díaz, Víctor Minaya Chávez, Alejandro Dorregaray, Guillermo Muñoz Arana, Eliseo Guerreros, Elías Latoure, E. Chávez Lazo,  J. Gustavo Córdova, G.P. Lazo, Ceferino Lezama Almonacid, Samuel Victoria, Tomás Almonacid, Arcadio Sánchez, Mauro Ames, Hermino Lazo, Daniel Munguía, Nemesio Gutiérrez, Pedro Lazo, Gustavo Lazo, Belisario Pineda, Carlos Palomino. Carlos Acevedo, Daniel Chávez, J. Cámac A., P. Cámac, Constantino Avila, Francisco Cure, Jorge Chávez,  Julio Pacheco., C. Acevedo, Víctor Muñoz, Oswaldo Sánchez, Emilio Cámac, Jorge Tambine, Humberto Pineda, Felipe Pacheco, Julio Tapia, Rosendo Tovar, Jesús Gálvez, Armando Gamarra, Juan Gutiérrez, Miguel Ilizarbe, Víctor Delgado, Héctor Verástegui, Justo García, Maxi Cárdenas, Juan Gutiérrez, Elías Donayre, Jorge Lazo, Abel Sosa”.

Sea como fuere el Sindicato, sin duda, marcó el  signo de su visión  por compartir organizadamente preocupaciones laborales, por aportar ideas que den paso a la construcción de un futuro mejor, y, así  asumir la cotidiana aventura de vivir.

Carlos Zúñiga Segura
Colaborador exclusivo de Saposaqta