UYWACHA
Fue un domingo, como uno cualquiera, que los vaqueros Pedro y Catalina
se fueron al pueblo en compañía de
su hija Fortunita, llevando los quesos y huevos que habían acopiado
durante la semana para su comercialización.
Después de poner el ganado a buen recaudo, iniciaron el trayecto por el
sendero sinuoso que se deslizaba entre matas de espinos de anku kichcha y oqe paqpa y alameda de guindos y eucaliptos,
mientras se escuchaba de trecho en trecho el cantar de los chihuacos y las
pichiusas.
Lo primero que
hicieron fue ir a escuchar la Santa
Misa, para luego dirigirse donde la
“casera” que les compró los
productos recopilados y finalmente a la tienda de doña Tomasa para abastecerse
de sal, azúcar, fideos, cigarro y coca; mientras Catalina hacia las compras,
Pedro pidió un cuartito de aguardiente y se pusieron a chacchar su coca,
sentados al lado de la puerta y bebiendo de rato en rato su “llaki tanqaykuy” como ellos llamaban al
aguardiente. Y finalmente, como colofón de su visita al pueblo,
emprendieron el retorno a su
vivienda.
Ya en el camino
Pedro comenzó a pedir que le dieran más
aguardiente y lo hizo en medio del puente, dio un mal paso y se precipitó sobre
las aguas del rio Opamayo que se hallaba cargadísimo. Pedro no podía movilizar
los brazos, pues el poncho que tenía puesto,
le impedía cualquier movimiento
de los brazos y era arrastrado por la corriente del rio, hasta que algunos
vecinos, al percatarse de la tragedia,
se agenciaron de una soga y con esa
ayuda lograron rescatarlo de las turbias aguas del rio
embravecido.
Así mojado tuvo
que regresar su domicilio
donde recién pudo cambiarse de ropa y Catalina le preparó una infusión
de puka sisa itana (ortiga de flor roja) pues estaba con una tos fuerte
y con fiebre. El día lunes no se presentó a soltar las vacas y su hija
Fortunita le explicó a la patrona del trance que había sufrido su padre:
- Mamay, qayna punchaumi llaqtata
riraniku, taytayñataq traguta upiaramuspa chaupi chakapi tragumanta hatakuyta
qallakuykun, hatakuchkaptinñataq
lluchkarum mayuman, hinaptinmi, compadre Simón Aquino Alichawan ,
waskawan qorqoramunku, chaymi mamay, kunanqa kostaduwanmi kachkan ( mama, ayer fuimos al pueblo y mi
padre tomó algunos tragos de aguardiente y se emborrachó y comenzó a peligrarse por aguardiente al centro del puente, se resbaló y cayó al rio, felizmente el compadre Simón Aquino y Alicha
lo sacaron del agua con una soga y es por eso que mi padre está con neumonía),
- Kunan punim aparachisaq postaman, médico qawananpaq. (Ahora
mismo lo voy a llevar a la posta para
que le vea el médico.).
- Manam
mamay, wasillapim hampikunqa, kerosenchaykita mañakusqaiki. Machu kututu qoeta maskachkani
mama Victoria kunan tutam taytayta uywachanqa
(no mama, le van a curar en la casa, quiero que me des u n poco de kerosene.
Estoy buscando un cuy macho y viejo. Pues
la señora Victoria esta noche le va hacer la uywacha).
Después de llenar
una botella de kerosene que le dio su patrona, se fue donde la señora Victoria
para suplicarle que esa noche le hiciera la uywacha a su padre que estaba con neumonía y luego
consiguió el cuy macho y viejo donde la señora Clarisa.
Esa noche le
hicieron la uywacha a Pedro, mama
Victoria, después de chacchar su coca, tomó
al roedor por las cuatro
extremidades con ambas manos y empezó a
frotarlo por pecho descubierto de Pedro musitando
oraciones y pedidos para que se cure, seguidamente realizó la misma operación
por la espalda frotando al animal con
fuerza hasta provocar la muerte del
roedor.
Luego salió de la
casa y en el corredor de la casa,
despellejó al cuy con un corte alrededor del cuello y empezó a observar, los
órganos del animal y diagnosticó que el enfermo tenía una infección en los
pulmones, pues los pulmones del animal estaban hinchados y llenos de sangre,
luego devolvió todos los órganos estudiados dentro del pellejo del animal
echándole coca masticada y un poco de aguardiente, para finalmente enterrar al
animal como pago a la pacha mama. Pata
finalizar con la curación, le hicieron beber a Pedro una infusión de hierbas
diferentes al que añadieron una copa de
kerosene.
La
mama Victoria le explicó a Catalina que el cuy había absorbido la enfermedad de
Pedro y el mal estaba en los pulmones, pues el animal había muerto justamente en
la espalda y el brebaje era para bajar la fiebre y el kerosene para curar el mal. Después de hacer el “puñupay” al enfermo chacchando su coca y
bebiendo algunas copas de aguardiente se fueron a descansar.
El
proceso de curación duró una semana al cabo de los cuales, Pedro se levantó de
la cama y la convalecencia del mal duró otra semana, total más de quince días
de enfermedad, pero Pedro se salvó de la muerte gracias a la uywacha y la infusión de malva,
borrajas, puka sisa itana y otras más, acompañado de una copa de kerosene.
Esta
milenaria costumbre de curar a los enfermos utilizando al cuy, es una costumbre
heredada, a los antiguos habitantes del
Tahuantinsuyo, se denomina uywacha y consiste en pasar el cuy por el cuerpo del enfermo. Es muy común en muchos pueblos de nuestra sierra.
Los especialistas en pasar el cuy por el
cuerpo, afirman que el animal, al entrar en contacto con el
cuerpo humano, absorbe las enfermedades de la persona trasmitiéndose a los
órganos internos del animal, como si fuera una especie de ósmosis terapéutica,
lo que permite al curandero determinar el tipo de enfermedad, localizar el mal
y realizar la respectiva sanación, mediante sus rezos, hierbas medicinales y el respectivo pago a la
pacha mama.
Escribe: Hernán Canales Acevedo
Imagen: Google