viernes, 27 de marzo de 2009

PLANTAS MEDICINALES EN PAMPAS


Saposaqta considera importante dar a conocer las diversas investigaciones científicas realizadas por profesionales sobre Tayacaja. En este sentido, el estudio de las plantas medicinales es un esfuerzo que cada día cobra mayor vigencia a nivel nacional. En esta parte del Perú, el uso de plantas, tanto para fines medicinales como culinarios, entre otros, se constituye como una riqueza cultural de los pobladores de esta zona. En esta ocasión presentamos el "Estudio etnobotánico en el distrito de Pampas Tayacaja" realizado por la bióloga pampina Aída Chumacero Rodriguez, el cual da un carácter científico a ese conociemiento ancestral del poblador de Tayacaja.


ESTUDIO ETNOBOTANICO EN EL DISTRITO DE PAMPAS (TAYACAJA)

RESUMEN
En base a estudios etnobotánicos y taxonómicos, se ha confeccionado un catalogo de 67 especies, pertenecientes a 33 familias de plantas medicinales y de otros usos, recolectaos en el valle de Pampas.

INTRODUCCION
El presente trabajo es un aporte al conocimiento tradicional de nuestros recursos vegetales, con el fin de revalorarlos y darles el uso adecuado en los diferentes campos, así como en la ciencia y la tecnología.

PARTE EXPERIMENTAL
Utilizando el método de “flujo de información bilateral” se colectaron las plantas en el valle de Pampas, las que se sometieron al estudio taxonómico y su respectiva herborización. Las especies recolectadas, listas en orden alfabético considerando sus nombres vernaculares son:

RESULTADOS DE LA INVESTIGACION

Especie/Familia/Parte usada/Propiedades/Usos

1.- ALFALFA, Fabaceae, hojas, nutritiva y antihemorrágica, jugos
2.- ALISO, Betulaceae, hojas, desinflamante y nutritiva, cocción
3.- ANCO KICHACA, Cactaceae, tallo, desinflamante, emplasto
4.- API ITANA, Urticaceae, ramas y flores, relajante nervioso, externo
5.- AYAP LLANTAN, Sorofularriaceae, ramas y flores, tranquilizante, baños
6.- BERRO, Cruciferaceae, hojas, nutritiva y hepática, alimento
7.- BOTON HEMBRA, Amaranthaceae, ramas y flores, hepática y desintoxicante, infusión 8.- BOTON MACHO, Amaranthaceae, ramas y flores, hepática y desintoxicante, infusión
9.- CAPULI, Rosaceae, hojas y frutos, hepática renal, infusión
10.- CALABAZA, Cucurbitaceae, semillas, vennifuga y mineralizante, alimento
11.- CICUTA, Apiaceae, ramas, desinflamante y veneno, emplastos
12.- COLA DE CABALLO, Equisetaceae, ramas, diurética y hemostática, cocción
13.- CONGONA, Crassulaceae, hojas, acelera el parto, infusión
14.- CHICCHIMPAY, Asteraceae, hojas, digestiva y saborizante, alimento
15.- CHILCA, Asteraceae, hojas, consolida fractura, emplastos
16.- CHINCHIMALE, Santalaceae, ramas, desinflama golpes, infusión
17.- DIENTE DE LEON, Asteraceae, hojas, hepática y cicatrizante, alimento
18.- DURASNILLO, Rosaceae, hojas y frutos, hepática y renal, infusión
19.- EUCALIPTO, Myrtaceae, hojas, antiséptica y desinflamante, cocción
20.- GERANIO, Geraniaceae, hojas, antidiarreica, infusión y jugos
21.- GIGANTON, Cactaceae, tallos, desinflamante, emplastos
22.- GRAMA, Poaceae, ramas, desinflamante, cocción
23.- HIERBA BUENA, Lamaceae, hojas, digestiva y vermifuga, infusión
24.- HIERBA SANTA, Solanaceae, hojas y frutos, antipirético, enema y emplastos
25.- HINOJO, Apiaceae, frutos, antiespasmódico, infusión
26.- HUACATAY, Asteraceae, hojas, digestiva saborizante, alimento
27.- HUALLHUA, Fabaceae, ramas, digestiva, infusión
28.- ISQANA ISQANA, Asteraceae, hojas, hepática y cicatrizante, alimento
29.- KIRU KURU, Rosaceae, hojas, cicatrizante y desinflamante, jugos
30.- LENGUA DE PERRO, Asteraceae, hojas y tallos, cicatrizante, jugos y lavados
31.- LENGUA DE VACA, polygonaceae, hojas, cicatrizante y desintoxicante, jugos
32.- LLANTEN, plantaginaceae, hojas, antibiótica y desinflamante, jugos y cocción
33.- MALVA, malvaceae, hojas, desinflamante y digestiva, enemas
34.- MANZANILLA, asteraceae, hojas y tallo, relajante y tranquilizante, infusión
35.- MARCO, asteraceae, hojas y flores, relajante y tranquilizante, infusión
36.- MATEQLLO, apiaceae, hojas, anticataratas, jugos
37.- MATICO, piperaceae, hojas y semillas, antiséptica, desinflmante, infusión
38.- MILO, rhaminaceae, ramas, consol.fract.(saponima), emplastos
39.- MILLHUA LLANTEN, plantaginaceae, hojas, antibiótica y desinflamante, jugos,coc.
40.- MOLLE, anacardiaceae, corteza, antireumática, emplastos
41.- MULLACA, polygonaceae, ramas, desinflamante bronquial, infusión
42.- MUÑA, lamiaceae, ramas, nutritiva y digestiva, alimento
43.- MUTUY, fabaceae, ramas y frutos, acelera el parto, infusión y baños
44.- ÑUCCHU, solanaceae, hojas, desinflamante, próstata, infusión
45.- OQE QORA, laimeceae, hojas, hepática y calmante, infusión
46.- OQE PAQPA, agavaceae, hojas, desinflamante, emplastos
47.- OQE SACHA, lamiaceae, hojas, relajante y digestiva, infusión
48.- ORQO TOQIACHI, scrofularriaceae, ramas, hepática y desintoxicante, infusión
49.- PAICO, chenopodiaceae, hojas, vermifuga y digestiva, alimento
50.- PIMPINELLA, rosaceae, ramas, relajante y digestiva, infusión
51.- PUCA SISA ITANA, loasaceae, hojas y flores, antitusígena, infusión
52.-PURU puru, passifloraceae, hojas y frutos, desinflmante hepático renal, infusión/frutos
53.- CALA LLANTEN, plantaginaceae, hojas, antibiótica y desinflamante, jugos y cocción
54.- QOYE MIRACHINA, asteraceae, ramas, fertilizante (cuyes), alimento
55.- RETAMA, fabaceae, ramas y flores, renal y desinflamante, infusión
56.- RUDA, rutaceae, ramas, abortiva, menstrual, infusión
57.- SIRACA, rosacea, hojas y frutos, antitumoral y antitusígeno, infusión y frutos
58.- SIEMPRE VIVA, piperaceae, ramas, revitalizante y digestiva, infusión
59.- TANCAR, beribericeae, hojas y frutos, desinflamante y colorante, infusión y frutos
60.- TAXANA, phytolaccaceae, frutos, anticaspa (saponinas), lavados
61.- TAYA, asteraceae, hoas y tallo, cicatrizante, jugo y lavados
62.- TICLLA, rosaceae, hojas, cicatrizante y desinflamante, jugos
63.- TORONJIL, lamiaceae, hojas, relajante y digestiva, infusión
64.- TUMBO, passifloraceae, hojas y frutos, desinflamante hepática renal, infusión, frutos
65.- VERBENA, verbenaceae, ramas, desinfectante de heridas, jugos
66.- YANA TULLO ITANA, urticaceae, ramas y flores, antireumática, externo
67.- YUYO, crucuferaceae, hojas, nutritiva hepática, alimento

AGRADECIMIENTOS:
Al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONCYTEC), por la subvención para la investigación.

REFERENCIAS
C.Duraffourd L. D’hervicourt , J.C. Lapraz (1986) Cuadernos de Fitoterapia Clínica (1) Masso, Barcelona, Mexixo.
G.K. Muller, P. Gtte, C. Muller (1981) Catalogus Herbari Lipsiensis, Palantas Peruvianae, Karl Marx Universitait
Leipzig;Sektion Biwissenschaften, WB Taxonomia / Okologie und Botanischer Garten. Leipzig.

Fuente:
Revista Biointegración Año 2 Nº 3 (1992)
Estudio Etnobotánico de Plantas Medicinales en el distrito de Pampas Tayacaja
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Facultad de Ciencias Biológicas
Autor: Aída Chumacero Rodriguez
Laboratorio de Recursos Vegetales

lunes, 23 de marzo de 2009

CAMINO HACIA LA SOLEDAD


Presentamos el relato del escritor pampino, Miguel Ángel Martínez Bernardo (1971) titulado "Camino hacia la soledad", el cual forma parte de próxima novela. Martínez ganó el primer puesto en los Juegos Florales 'Manuel Moreno Jimeno' en 1991, y 'César Vallejo' en 1992, de la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta). Asimismo publicó en 1993 sus relatos "Conociendo a los condenados", los cuales están publicados en la revista La Manzana Mordina Nº 36.


Relato: Camino hacia la soledad

Regresar y respirar el aire que siempre has ansiado, después de mucho tiempo, puede no tener casi nada de novedoso, aún cuando ves que tu pueblo, al que tanto quieres se ha estancado en el tiempo y la memoria y se ha dejado consumir por el conformismo, la banalidad y la falta de identidad, justamente por sus mismos hijos; sin embargo sacándole provecho a una visita corroída de ingratitud, podemos rescatar ciertos aspectos que toda persona expresaría en su momento más profundo de su nostalgia, mezclada de una suerte de alegría. Relatar los pormenores de una fiesta, los momentos de embriaguez, las repetidas vueltas por la poco apreciable plaza de Pampas, las conversaciones llenas de ironía, mentira, petulancia, a veces de soberbia (actitud común en el pampino); resultaría redundante ya que todos los años en el mes en el que se suele dar rienda suelta a la libertad y al derroche del exiguo dinero con el que se cuenta, sucede lo mismo.


Me detendré a ensayar un relato de un jueves lleno de sol en el que fuimos partícipes Khari y yo. Inicialmente me había llamado la atención volver a visitar las ruinas de Átocc después de casi veinte años, seguramente seguirán siendo ruinas en el más exacto sentido de la palabra, por la desidia que suele tener la autoridad pampina, pero los cálculos de tiempo y los problemas de movilidad nos hicieron cambiar de dirección a La Colpa y dejar para otros buenos años la visita a Átocc.


En la bulliciosa y poco atractiva legendaria avenida Arequipa, una de las principales de Pampas, en la que por fin vi la casa donde nací, avenida que se ha convertido en una suerte de parada, por la infinidad de ambulantes, paraderos de autos, motos, camionetas, camiones; esperábamos el bus que nos llevaría a La recordada Colpa. Qué mejor que ser acompañado por una hermosa chica que resulta ser una excelente guía turística, porque fue ella quien me iba narrando y explicando los nombres de los lugares, pueblos, caseríos, de los dueños, de los hacendados, de las temporadas de siembra y de cosecha, de los productos que se saca de las chacras; como regresando a la infancia, a los viejos paseos escolares. Realmente Khari lo sabía todo, incluso me señaló un buen grupo de hermosas vacas y me dijo que eran de su abuela. Al fin llegamos a La Colpa, estaba igualita (como decimos los pampinos), la misma franja estrecha entre dos cerros, el mismo río que corta el pueblito, la misma fuente de agua salada (estaba convertida en un charco lleno de barro negro), lugar en el que las autoridades de Pampas Tayacaja no han puesto ni un ladrillo y se llenan la boca diciendo que se cuenta con un potencial turístico, y sacan afiches, boletines, revistas con fotografías de éste y otros lugares. Bueno, la mañana de aquel jueves de sol era prometedora. En una de esas vistas panorámicas que solemos hacer los que visitamos algún lugar, nuestros ojos coincidieron en la misma dirección, demasiado distante, casi imposible. Después de una deliberación rápida, la respuesta fue común: “¡vamos a Aya Orqo!”. Descubrí que mi regreso a Pampas, ahora sí, sería bueno. Tendría algo de qué recordarme. Caminamos por la carretera que sube por la parte izquierda de La Colpa, el sol era más desgraciado con nosotros, yo tenía que hacer gala de mis excelentes pulmones; sin embargo, me di cuenta que Khari, con su fragilidad de mujer, su delicadeza, era más fuerte que yo. Claro, tenía que serlo porque como buena maestra trajina cada treinta días caminos y alturas más inclementes que el camino a Aya Orqo. Más de una vez se me cruzó por la mente echar atrás la osada visita a ese cerro, ya no era el niño que a los diez años corretea por cual camino se le presenta. Yo había ido a Aya Orqo con mis compañeros de la Cinco Veintiuno y mis profesores, fue hace veinte años. Las ganas eran las mismas ahora. La compañía resultaba mucho más motivante, pero realmente yo quería regresar. La decisión de Khari fue alentadora. Los restos arqueológicos de Aya Orqo nos esperaban a unos cuatro mil metros de altura, era un reto y ya lo estábamos cumpliendo. Unos cuantos vasos de gaseosa y unas paradas para conversar, aliviaron el cansancio. Las casi dos horas de camino se estaban haciendo divertidas, amistosas, especiales. Aunque cada vez que avanzábamos, nuestros ojos miraban más lejos al cementerio preínca. Había recordado mi infancia cuando cruzábamos las chacras, los sembríos de papa, nos tirábamos con los aylumpos. Proseguimos entre relatos, cuentos, preguntas por los antiguos amigos, las chicas del colegio, los viejos maestros, las travesuras. Le conté que de Niños éramos tan terribles que una vez inundamos el vivero de Pampas, se echaron a perder cientos de plantones de diversas especies, muchos almácigos, tierra preparada. Todo por nadar en un reservorio de agua para el riego, el cual desaguamos sin control y sin aviso. Al final el caso pasó a la comisaría y ciertas influencias hicieron que quedara archivado. Ella escuchaba y se reía con admiración. Mucho más cuando escuchó que rompíamos las ventanas del colegio de mujeres, los focos de los postes, lanzando piedras con las hondas en unas estúpidas pruebas de valor.


Ya podíamos observar con más claridad las rústicas construcciones circulares, de piedra y barro que hay en Aya Orqo. Resultaba increíble creer que en cientos de años no se haya hecho nada por conservar esos restos arqueológicos, ni la Municipalidad, ni el Ministerio de Educación, ni el I.N.C., nadie. Aya Orqo vivía y existía en el olvido y en la soledad, dejándose atrapar por la maleza, el tiempo y las lluvias. Es imperdonable que se haya dado autorización a no sé qué empresa para que construyera e instalara una inmensa antena parabólica en el mismo centro de los restos milenarios, destruyendo la originalidad y la pureza del paisaje. Seguramente que nadie, absolutamente nadie, sabe que las zonas arqueológicas son intangibles, intocables. Claro. Y lo peor de todo es que la bendita antena ni siquiera funciona. Cámara en mano, Khari y yo, registramos el lugar, nos tomamos algunas fotografías, hablamos un rato sobre la historia del lugar, el significado que tiene. Para ella fue algo maravilloso ya que por primera vez, en sus bien puestos veintitantos años, visitaba Aya Orqo.


Después de recorrer y dar vueltas por las construcciones, prácticamente destruidas, notamos que no había ni un solo letrero o aviso que indicara que es una zona arqueológica, ni siquiera los caminos estaban señalados. Era el mismo camino que hace veinte años me condujo a mí, y cientos de años atrás, a esa gente que habitó el lugar, transitó y dejó sus huellas. Era la misma tierra, el mismo aire. Recogimos pedazos de cerámica, de mates o utensilios de cocina. No encontramos restos óseos, pero la gente dice que sí hay. Como es lógico pensar, se estarán consumiendo por el tiempo, por el olvido, por la miseria.


La bajada nos resultó más fácil, menos agotadora; traíamos con nosotros la gran satisfacción de cumplir el reto de subir hasta Aya Orqo, de haber compartido hermosísimos momentos; de que ella, ya sepa qué era, qué había en el tan misterioso cerro. La satisfacción mía fue haber visto en todo momento sonreír a la hermosa Khari, de haber hecho todo lo posible para que se sienta bien, y de haber logrado ingresar a un lugar tan especial para ella.
El retorno a Lima, no tendría que ser menos provechoso. Le di a Khari el trozo más grande de cerámica con una inscripción, como recuerdo de Aya Orqo y traje conmigo el recuerdo de sus ojos, de su sonrisa eterna, y en la mano una botella del más puro aguardiente de caña, que Khari me regaló.

Miguel Martínez
Enero 2002.
Imagen utilizada: "Camino campo" de Richard Greswell

miércoles, 18 de marzo de 2009

FERIA DE LOS VIERNES DE QUISHUAR


Si hay algo tradicional en Quishuar, es la feria de los viernes, la cual se inició por primera vez cuando la carretera llegó por primera vez al distrito en el año 1998.

En ese entonce el alcalde era Alfredo Acevedo Segura, quien actualmente es también la máxima autoridad de la localidad, quien sige contribuyendo a la mejora de esta feria.

Esta tradicional actividad se realiza todos los viernes de cada semana, cuando los feriantes llegan a las 5 de la tarde a la plaza principal del distrito de Quishuar y se acomodan para expender su mercadería.

En esta feria es infaltable la venta de panes, verduras, frutas, menestras, zapatos y ropa. El comercio sólo dura dos horas y culmina a las 7 de la noche, hora en la que todos retornan a sus lugares de orígen.

En éste coro tiempo, los pobladores realizan la venta de maíz fríjol y con la ganancia provechan la compra de otros productos como arroz, azúcar o verduras.

Artículo de Gloria Borja, asistente de Campo de Telecentros Rurales - Huancavelica.
Imagen: Telecentros rurales.
Tomado del sitio web de Telecentros rurales: http://telecentros1.inictel.net/

viernes, 13 de marzo de 2009

EDUCACIÓN EN TAYACAJA


ESCUELAS EN PAMPAS

El tema de la educación en Tayacaja es amplio, de modo que los datos aquí consignados son ciertamente pequeñas postales de ese gran abanico que si está tratado en su amplitud en nuestro libro inédito.

En 1900 Pampas tenía dos escuelas. La de varones dirigida por José Vega y la de mujeres por Rosa Bravo. Funcionaba además una escuela particular a cargo de Pedro Padilla con un número de 25 alumnos.

Unos documentos oficiales que llevan la firma de Julio D. Gamarra del año 1902 dan cuenta de 12 centros educativos en Tayacaja con un total de 209 alumnos. Pampas, Mayoc, Paucarbamba, Anco, Surcubamba. Huaribamba, Salcabamba, Colcabamba y Locroja son los lugares donde funcionaban estas escuelas.

En Pampas (Año 1905) funcionaban dos escuelas de varones y una de niñas. Se conoce que una de ellas estaba dirigida por Víctor Zúñiga y su auxiliar Vidal Guerreros quienes tenían por haber mensual la suma de 30 y 10 soles, respectivamente. La Municipalidad pagaba la suma de cuatro soles mensuales por concepto de alquiler de cada local.

Participación de alumnos

En las diferentes actividades que señala el Calendario Escolar los estudiantes tayacajinos eran muy participativos en poesía, música y teatro. De 1931 citamos: Humberto Saldaña, René Sánchez, Graciela Vega, Francisco Quintanilla, Ernestina Monge, Carlos Perales, Oscar Gamarra, Artemio Vega, Carmela Belledonne, Constantino Zúñiga, Esperanza Vallejos, Alicia Tovar, Manuel Lizarbe, Jesús Gálvez, Néstor Zúñiga, Adán Vega, Celso Abad.

Teatro

Para las tradicionales Veladas la entrada general costaba 50 centavos. Los asistentes debían llevar sus asientos anticipadamente. Las entradas se vendían en la tienda de Marciano Monge y casi siempre estaba amenizada por la Banda Municipal. Las funciones organizadas por los centros educativos en su mayoría eran a beneficio del Club Hércules (Año 1931).
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Texto: Carlos Zúñiga Segura

martes, 10 de marzo de 2009

LA LLUVIA

Apoyado sobre el barandal del corredor del segundo piso que da al patio, miro caer la lluvia. La hora incierta de la tarde me atrapa en ese lugar. En la habitación de adentro duerme mi padre. Llueve a cantaros. Colocados en hileras, bordeando el patio, baldea y latas reciben el agua que rebalsa de las canaletas de los techos de tejas y calamina. Los objetos se diluyen en sus formas por el diluvio que se desata. Con dificultad adivino la silueta del árbol de cedrón que crece en un rincón del arrasado patio.

Unas aves cruzan el horizonte para perderse por los campos. Prisionero de la lluvia, camino por los pasadizos y las habitaciones de la casa. Pero, siempre me detengo en una esquina del largo corredor del crujiente piso de madera.

De un viejo tiesto que ha reventado aquí abajo, en el patio, desparramando la antigua tierra preparada, crece una apretada enredadera de flores lilas. Son varias plantas que conforme caían las maduras semillas de la primera, retoñaron en el abonado terral, entrelazándose con el tiempo, troncos y ramas, hasta llegar y sobrepasar la altura del corredor. Ahora los sarmientos reptan sobre el tejado.

La lluvia cae mas fuerte. Su sonido se apodera de la casa; la aprisiona. Bajo los techos de teja, el ronco murmullo adormece, gusta. Afuera en el patio, el corral; es desolado, lúgubre, triste. No quiero despertar a mi padre; ha tomado algunas copas y es mejor que descanse.

La lluvia limita mis movimientos. Puedo recorrer toda la casa. Bajar al primer piso, guarecerme en los corredores, llegar hasta la cocina. Sin embargo, apenas si camino por este rechinante entablado. Observo la habitación de mi padre, escucho su ronquido y sus largos silencios y vuelvo a detenerme con la mirada perdida en este bosque sonoro.

El agua cae compacta. Mi visión de las cosas es casi nula: no puedo atravesar con la mirada este bosque húmedo. Mi espacio se angosta. Solo el inútil corre me lleva y trae. Oscurece. No se exactamente la hora, La tenue luz, hace mas sonoro el diluvio, más quedo mi silencio. Los truenos se revuelcan achicando el cielo. Un rayo ilumina por un instante la lejanísima y perdida soledad de los cerros.

En la maraña de la enredadera que cuelga y se explaya sobre el barandal un tivio movimiento me saca de mi quietud, de mi abstracción. Me acerco hasta casi rosar con el rostro el entrevero de hojas. Observo, esperando. Nada se mueve. Puedo haberme equivocado. La ventisca previa al chaparrón ha desaparecido, pero de rato en rato, fuertes ráfagas de viento sacuden la enredadera. Este fugaz y precario movimiento de las hojas es independiente a estos vientos.

Sospecho en algún débil pajarillo que ha llegado a cobijarse de la tempestad. Mis suposiciones y tanteos se ven cortados por el cercano rechinar de los maderos del corredor. Como si alguien hubiera dado dos o tres veloces pasos a mis espaldas, el sonido nítido e inmediato desaparece. Camino al dormitorio de mi padre. Sentado al pie de su cama velo su sueño. Temo despertarlo y provocar sus arranques de cólera. No se cuanto tiempo estuve ahí escuchando el rumor triste de la lluvia, y contemplando su lejano rostro. Un nuevo ventarrón sacude la puerta que da al balcón. Al frente la plaza solitaria, castigada por la lluvia desaparece. No hay señales de vida en toda esta parte del pueblo.

Abajo, por corredores se escuchan repetidos golpes; luego un silencio largo y, nuevamente, sobre alguna puerta los sonidos se hacen mas decididos. No me atrevo a bajar. Ahora parecen venir de la puerta de calle. Para abrirla tendría que atravesar los corredores, bajar escaleras, pasadizos, una sala, la oficina de mi padre y recién poder preguntar, ¿Quién es? No lo hago. Me siento atado en esta habitación, donde puedo esconderme de la lluvia al lado de mi padre.

Los golpes se han ido. Salgo al corredor afinando el oído. Como demora la tarde. Nuevamente los golpes insisten, se hacen mas persistentes. Quiero gritar desde aquí preguntando quien es. El ruido sordo del aguacero ahogaría mi débil voz. Solo conseguiría despertar a mi padre. Al pensar en este detalle, reparo que hace horas, desde la mañana, no hablo, no tengo con quien hablar. Este pequeño descubrimiento me fastidia y provoca el deseo de hablar. Con voz queda, apenas perceptible, doy un tímido grito; pero no hablo. No se me ocurre que decir. Dentro de mi hay una catarata de palabras que sin embargo no afluyen. Pienso que la lluvia y el no querer despertar a mi padre han domesticado mi voz apagándola. Cada minuto que pasa, el deseo de hablar se me hace mas urgente, vital. Tengo que hablar. Desespero. Me pongo nerviosos. Agarrado del barandal proyecto mi cabeza hacia el patio y logro balbucear mi nombre. Esta tímida prueba provoca un ecozor en mi garganta.

Entonces, sin pensar en miedos, me dirijo a la escalera, bajo a las otras habitaciones y grito, ya lejos del sueño que velo.

Al cruzar el corredor, una plomiza gallina sale despavorida cacareando, como si se hubiera topado con el mismísimo diablo. Estoy a unos pasos de la puerta de calle. Me envalentono y grito claro y fuerte, ¿Quién es….quien es?

El viento silva por el patio. Nadie me contesta. Repito mis gritos, hablo de todo, riéndome de mis temores de hace un momento.

Abro la puerta. No hay nadie. Miro la calle solitaria; el viento gime en esta soledad. Regreso al dormitorio y me alegra escuchar el ronquido del viejo.

De pronto los golpes vienen, se acercan, crecen, se hacen insoportables. Parece que quisieran forzar la puerta la puerta. No puedo más. Grito desde aquí..Quién es… que quieren? A mis gritos desesperados, mi padre se mueve en la cama y con un gesto desorientado, ausente, abre los ojos. Me mira, y estirando sus brazos me dice: que tienes, que te pasa hijo. ¿He dormido demasiado no?.

Agarrándome de sus brazos, de su cuello, abrazándolo, hablándole, me echo sobre él. No se si lloré o solo me escondí de esa parca ternura.

Sobre nosotros la lluvia arrecia. El cielo vomita ríos de agua. Afuera, el patio, el corral, el pueblo, se hunden.
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Del libro: “Abrigo esta esperanza”
Autor: Antonio Muñoz Monge
Editorial Colmillo Blanco
Lima, invierno de 1991

jueves, 5 de marzo de 2009

PLANTA DE TRATAMIENTO DE RESIDUOS SÓLIDOS


Pampas avanza camino a cumplir su visión “ser el primer valle ecológico del Perú” a través de la gestión ambiental de los residuos sólidos. Gracias a un crecimiento paulatino de la planta de tratamiento de residuos sólidos y la planta de tratamiento de residuos líquidos, esto con el objetivo de contribuir a la recuperación del medio ambiente a través de una adecuada disposición final de los residuos orgánicos e inorgánicos (basura) producida por los pobladores de este hermoso valle que lo integran los distritos de Pampas, Daniel Hernández, Ahuaycha y Acraquia.

La planta de tratamiento de residuos sólidos del valle de Pampas, es un proyecto basado en el desarrollo sostenible de una población, la cual desea integrarse a la preservación del medio ambiente desde una óptica del ecoturismo.

El proyecto se caracteriza por contar con la infraestructura moderna donde se rescata y pone en manifiesto los patrones de construcción del valle de Pampas, ….” construcción en tierra, utilizando el ichu, teja andina, plantas nativas, formación de plataforma y/o terrazas y la utilización de controladores biológicos domésticos…” lo cual enriquecen el proyecto, y se convierte en un atractivo turístico e incentiva a la población en la formación de una verdadera cultura ambiental.

Está conformada por cuatro zonas diferenciadas:

a).- La zona administrativa donde se lleva el control riguroso del proceso de transformación de los residuos sólidos.
b).- La zona de selección y reciclaje, donde se separa los residuos sólidos orgánicos de los inorgánicos, como también la segregación de vidrios, latas, PVC, y plásticos dobles.
c).- La zona de procesamiento de residuos orgánicos, esta zona se subdivide en dos áreas, la de pre-procesamiento (trituración de los RRSS) y procesamiento donde se prepara el abono orgánico, asimismo en la zona de relleno sanitario se dispone los residuos sólidos inorgánicos, con un tratamiento adecuado a los lixiviados y gases que se genera.
d).- La zona de producción agroecológica, donde se pondrá en manifiesto la calidad de abono orgánico que se está produciendo y los diversos usos que se le pueden dar.

Cabe mencionar que el presente proyecto no solo es infraestructura, los objetivos abarcan a la sensibilización y concientización de la población para el buen manejo y disposición final de los residuos sólidos, para lo cual se considera como principal aliado a los niños y jóvenes en edad escolar, quienes realizan visitas guiadas por las instalaciones de la planta de tratamiento de residuos sólidos la cual sirve y servirá como motivación para los diferentes certámenes y concursos que se puede originar con motivo de la preservación del medio ambiente.

La planta construida en un área de 0.8 hectáreas es inspeccionada constantemente por la Dirección General de Salud, DIGESA Huancavelica, contando a la fecha con el permiso del Ministerio de Agricultura para la utilización de un ojo de agua.

Este proyecto se divide en tres etapas, una a corto plazo con la instalación de la planta de tratamiento, reciclaje de basura en la planta y producción de composta, a mediano plazo la sensibilización a la población a través de los centros educativos y la instalación de servicios complementarios en la planta de tratamiento.

La presentación y puesta en funcionamiento de la planta de tratamiento de residuos sólidos de Pampas, se realizó en el año 2004 durante las celebraciones del centenario de la elevación de categoría de villa a ciudad de Pampas, capital de la provincia de Tayacaja, hizo que esta ciudad se incorpore a aquellas en la cual el tema medio ambiente y la gestión ambiental son prioritarios en el proceso de desarrollo integra.

TEXTO: Revista “TAYACAJA Capital hidroenergética del Perú”, órgano de la Municipalidad Provincial de Tayacaja Nº 2, Agosto del 2008

lunes, 2 de marzo de 2009

CORTAMONTES Y PLANTAMONTES


CORTAMONTES
Bienvenidos los carnavales de tierra adentro!! al compás de melodías, danzas y canciones jubilosas, pasadas de talco o harina en la cara, chisgueteos de algún perfume, encadenamientos con serpentinas de colores, juegos y frases de insinuación amorosa, y algún remojón jovial. Pero nunca agresivos globazos de agua y menos aún virtuales asaltos para embetunar a inermes transeúntes y pasajeros en vehículos, como en algunas urbes, comenzando por Lima.

En torno al árbol exornado con frutas, pañuelos, serpentinas y otros adornos que expresan la alegría de vivir, bailemos cantando a los cuatro vientos huaynos, wifalas, chutaychutas, chimayches, huaylarsh, pumpines, matarinas y huayllachas, entre otras manifestaciones que afirman nuestra cultura, muchas veces negada por la alienación extranjerizante.

Desbordante mixtura de inmemoriales tradiciones andinas y europeas, los carnavales tienen algo de cuestionables en los clásicos cortamontes. Pero esta debilidad es perfectamente superable con la plantación y el cuidado obligatorio de 5 a 10 arbolitos por cada ejemplar maduro que se corte para replantarlo en la fiesta.

Volvamos al carnaval con cortamente en los pueblos típicos, no en las grandes urbes turísticas, donde las comparsas, los muñecos y las coplas adicionales tienen triple motivación: recreativa, cultural y comercial.

Llegado el día, vemos pasar bailando y echando prosa a un varón que lleva del brazo a su pareja y sobre el hombro, un hacha. Va a tumbar un árbol silvestre para replantarlo en el escenario de la esperada yunsa (sierra central), huachihualito (Ancash), umbisha (selva), o tumbamonte en todo el país.

Antes de levantarlo en el centro del ambiente multitudinario, la familia del mayordomo lo adorna con frutas y otras golosinas, globos, pañuelos, serpentinas, prendas de vestir y hasta objetos de plástico (otra contaminación).

Para incentivar a los ánimos, la mata carnavelera es bautizada con la “picardía” de siempre: “Te espero en el suelo”, “No te vayas por las ramas”, “Túmbame si puedes” o “No tiembles al tocarme” por ejemplo.

Luego se desata la danza en ronda alrededor del árbol, mientras las parejas, hacha en mano, se van turnando en tratar de tumbarlo.

Ante cada golpe malevo, uno, dos o tres, lo reglamentario, saltan las lonjas del tronco. Después el hacha pasa a la siguiente pareja y así sucesivamente, mientras la música, los licores y las canciones hacen el frenesí colectivo. Cada una llega bailando con la intima esperanza de tumbar el árbol y asumir la mayordomía para el nuevo año.

En todo este proceso, abundan los platos y tragos típicos, las evocaciones culturales y la propensión fraterna.

Hasta que con la caída del árbol llega el clímax de la fiesta.

PLANTAMONTE
Nadie podrá negar que el carnaval genuino es recreativo y bello, no obstante su connotación pagana.

Sin embargo como ahora mas que nunca, necesitamos restablecer el dialogo amable e inteligente con la Madre Naturaleza, urge que el Estado, concretamente los ministerios de Agricultura y del Ambiente, normen el tradicional cortamente para hacerlo racional y no depredar la precaria vegetación arbórea.

Una propuesta en tal sentido es que los nuevos mayordomos soliciten al organismo estatal respectivo, apenas termine cada carnaval, los árboles de descarte o renovación que habrán de necesitar el año siguiente, a cambio de pagar lo que costaría plantar y hacer crecer cinco ó diez, matas de reemplazo.

Y otra, que esa misma entidad prohíba bajo pena de cárcel, la extracción de árboles para CORTAMONTE del medio silvestre, a la vez de estimular el surgimiento de proveedores (reforestadores) privados.

Lo concreto es que el cortamente debe tener un contrapeso obligatorio en el PLANTAMONTE, para que la fiesta cumpla su sentido realmente humano y humanista.


Fuente: Revista Agronoticias Nº 340 Enero-febrero 2009.
Autor: Antonio Muñoz Monge