viernes, 19 de septiembre de 2008

LA POESÍA ORAL


Sergio Quijada Jara, nació en Acostambo, distrito de Tayacaja en 1914, y fue el primer recopilador de la cultura popular y uno de los iniciadores de la literatura narrativa de la región central. Tuvo el gran acierto de mostrar el paisaje y el entorno social, a través del relato y el cuento; y de recuperar la tradición nativa del pueblo, mediante la compilación de cuentos, leyendas, canciones y la descripción de las costumbres del mundo andino.

El mejor trabajo de Sergio Quijada Jara es, sin duda, Canciones de ganado y pastores. Este libro fue editado en 1957, pero ya estaba concluido cuando se efectuó el Primer Congreso Internacional de Peruanistas, en 1951. En esa oportunidad, Quijada Jara conoció a Paul Rivet, lo mismo que a Jesús Lara, Jorge A. Lira, Morote Best y otros investigadores del folklore que asistieron al Congreso. Es allí donde adquirió verdadera noción de la importancia del trabajo que venía realizando. Y fue entonces también que comprometió a Paul Rivet para que le escribiera el prólogo del libro.

Canciones de ganado y pastores es el más extraordinario trabajo de transcripción y recopilación de la literatura oral que se haya ejecutado en el país. Tiene un valor inmenso, no sólo para los estudios folklóricos sino también para la lingüística, equiparable a los cancioneros de Alfonso Carrizo y Carlos Vega. Desde los señeros ensayos de Vienrich no se había vuelto a efectuar una obra de esta naturaleza. Únicamente instituciones, como el Centro Bartolomé de las Casas o el Instituto de Pastoral Andina del Cusco -que cuentan con equipos de investigadores y gozan de financiación económica- han podido emprender recopilaciones más sistemáticas y rigurosas. Canciones… es obra de una sola persona; y un documento folklórico de primera mano, que tiene el valor de permitir el conocimiento "del alma india" señala Paul Rivet (p. 11)

"En el transcurso de diez años - declara el autor - hemos ido recogiendo en forma paciente, de labios de los mismos paisanos" (p. 28). En el "reconocimiento" cita en forma genérica los nombres de todas las personas que le sirvieron de informantes. En su mayoría, las canciones pertenecen a la provincia de Tayacaja, particularmente a los distritos y anexos de Pampas, Salcabamba, Salqawasi, Huachocolpa, Ñahuimpuquio y Acostambo. Sólo una pequeña parte corresponde al valle del Mantaro.

El autor clasifica este material con un criterio taxonómico simple: canciones de animales (camélidos, vacunos, aves e insectos), canciones de plantas, canciones de amor y de dolor, y cantos de fiestas de Santiago. Estos últimos son generalmente de tono crítico y contestatario, si así puede decirse; léanse sino estos ejemplos:

Señora patrona, maytaq chukuchay
señora patrona, maytaq zapatuy,
orqopi paraptin purimullani
kichkata mituta sarukullaspay.
Patronay, patronay
miserable patrona
lechillayki niptiypas
misiypaqmi ninki
suerollayki niptiypas
allqoypaqmi ninki. (p. 174).


Filológicamente, lo más valioso del libro está en la trascripción de los cantos en su propia lengua. La cual es acompañada de la versión española, hecha por el autor, quien no siempre se ajusta fielmente a la materia: Quijada como Vienrich vacila muchas veces entre ofrecer una traducción puntual o una recreación que conserve, en lo posible, la calidad literaria de la canción. Desde el punto de vista documental, claro está, interesa más la primera; pero, artísticamente, preferimos la segunda. La muerte sorprendió al autor, cuando se encontraba revisando la traducción para unificarla bajo un solo criterio, con mirar a una nueva edición. Cabe ahora esperar que alguna entidad haga suyo el caro propósito de Quijada Jara de reeditar esta obra, hace tiempo agotada. Con toda seguridad, es la compilación más rica y apreciable de la literatura oral, transcrita y publicada a mediados de este siglo, tan importante como las Azucenas quechuas. No en vano, la aprovechan ampliamente los antólogos de poesía quechua, muchas veces sin reconocer su deuda con el autor. La utilizó Alejandro Romualdo, en Poesía aborigen y tradición popular (1984); Edmundo Bendezú, en Literatura quechua (1980), editada en la colección Ayacucho de Caracas; y Rodrigo Montoya et al; en La sangre de los cerros (1987), entre otros más.

Este libro muestra la preferencia de Quijada Jara por las canciones y los poemas quechuas. En cambio, dedicó menos espacio al relato oral. En Estampas huancavelicanas solamente registra siete cuentos. A diferencia de Pedro Monge, que se especializó en la recopilación de narraciones orales de la región (Cf. Cuentos populares de Jauja, 19), Quijada Jara eligió la poesía y la descripción de las fiestas y costumbres, en una suerte de tácita división del trabajo.

Fuente: Folklore: Bases teóricas y metodológicas.
Galdo Gutierrez, Virgilio; Morote Best, Efraín; García Miranda, Juan José; Flores Lizana, José Carlos; Mayorga Sánchez, Manuel; Sabogal Wiesse, José; Vergara Figueroa, Abilio; Baquerizo, Manuel; Gonzáles, Enrique.
Lima: Comité permanente de conceptualización del folklore - Universidad nacional San Cristóbal de Huamanga. UNSCH - Lluvia, 1991

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