miércoles, 7 de mayo de 2014

LOS KIRMAS



Todos cargamos una cruz

La Cruz "Calvario" que nos contempla día y noche desde lo alto de la cumbre, nos recuerda la vieja canción:

 "Cerro de San Cristobal,
 subida y bajada, 
 rodeadito de tus lindas flores". 

Año tras año, durante los primeros días del mes de Mayo, la Cruz de los cerros es motivo de celebraciones en la ciudad de Pampas Tayacaja . La labor de bajar y subir la cruz la realizan los "Kirmas" que son los campesinos cargadores, comprometidos por siete años para esta abnegada labor. 

El tronco de la cruz tiene una longitud de 50 metros aproximadamente; el brazo unos 30 metros con un diámetro aproximado de 50 cm. La Cruz está pintada de color verde y cuelgan de sus brazos un paño blanco de seda.

El grupo de cargadores o Kirmas, son dirigidos por el Caporal Eloy, quienes orondos surcan el cerro al compás de quenas y tinyas, llevando cada uno de ellos palos de cinco metros, soguillas y sogas largas y gruesas. Cada cierto tramo descansan pikchando hojas de coca para adquirir resistencia, continuando, luego la marcha hasta llegar al pie de la cruz.

Una vez culminada la meta, el grupo de cargadores se arrodillan sombrero en mano y renuevan su fidelidad al todopoderoso. Encienden velas, oran, lloran y piden perdón por sus pecados. Estos fieles devotos que se portaron mal durante el año, son azotados para borrar sus pecados. A los nuevos cargadores o kirmas los "bautizan" con cuatro latigazos en las nalgas, comprometiéndoles a cargar la cruz durante siete años. Luego, al son de la tinya y la quena bailan y zapatean abrazados en señal de satisfacción.

Luego de estos ritos religiosos, los kirmas inician el desarme de la cruz, para la cual trepan hasta lo alto para desarmar y bajar el brazo, luego inclinan poco a poco el tronco hacia el suelo para iniciar la preparación amarrando los palos de cinco metros transversalmente sobre el tronco.

Los kirmas en yunta se sujetan de los palos con mantas en la espalda para amortiguar el peso de la enorme cruz. Igualmente atan sogas muy largas para poder controlar la velocidad de la tarea durante el descenso.
En este recorrido los kirmas descansan cada cierto trecho formando un círculo para pikchar sus hojas de coca matizados con copas de caña.

Es el momento que el caporal Eloy con voz de mando ruge:

¡¡ Una wapeadita Kirmas !!
¡¡ Chuuuuujuy !!

Una y otra vez repiten este grito de fuerza para reiniciar la bajada de la cruz. Mientras el músico acompañante, tambor y pinkullo en mano, entona la melodía característica de esta fiesta de mayo. Melodía pegajosa entre marcha militar y huayno que acompañará durante la bajada y subida de la pesada cruz. En este recorrido la cruz se desliza por inercia, siendo la velocidad controlada con los talones de los píes de los kirmas. Hay tramos de suelo resbaloso y arcilloso y los kirmas avanzan a rastras sudorosos y dando gritos característicos en grupo.

Otro grupo de kirmas controla la pesada cruz con las enormes sogas amarradas al tronco, cuando en algún momento desvíe su camino o cambie la velocidad de bajada, de esta manera avanzan a un solo ritmo al compás del tambor.

En el recorrido tienen que sortear zonas peligrosas como zanjas de cinco metros de ancho por cuatro de fondo y es el caporal quien advierte el peligro gritando a voz en cuello:

¡¡ Sayaichik !!  (alto)
¡¡ Sayaichik !!

Detienen la cruz y avanzan muy lenta y cuidadosamente. La adrenalina se apodera de ellos. No hay escapatoria. Están sujetos al tronco. Cruzan la zanja, los pies quedan a la intemperie. El tambor sigue sonando tu...tum...!!! ...tu ... tum...!!! Los que están adelante, por fin ponen los pies sobre la tierra. Dejan que fluya el peso que avanza por inercia. y finalmente cruzan la zanja.

Después de haber pasado lo peor en el descenso, descansan y seguidamente rugen:

¡ Una wapeadita Kirmas ¡
¡ Chuuuuujuy !

Por fin bajan al llano, luego de sortear muchas dificultades llegan a la ciudad. Orondos se dirigen hacia la Iglesia Matriz cargando la pesada cruz, ante la mirada y admiración de la población que se ha agolpado a lo largo de las calles para verlos a estos bravos cargadores. En cada esquina rugen:

¡Una wapeadita kirmas !
¡Chuuuujuy !

Es una verdadera peregrinación, cansados, sudorosos, con el cuerpo lleno de espinos, llegan a la Plaza Principal de la ciudad terminando su periplo.

Finalmente guardan la pesada cruz en la Iglesia para el culto respectivo. Queda la satisfacción de haber cumplido parte de su promesa.

Luego de unos días, después de cumplir con los rituales religiosos, vuelven a subir la cruz a su pedestal ubicado en la cumbre del Cerro San Cristóbal permaneciendo imponente vigilando la ciudad hasta el siguiente año.

Autor: Amilcar Torres Tristán
Colaborador de Saposaqta



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