Todos cargamos una cruz
La Cruz
"Calvario" que nos contempla día y noche desde lo alto de la
cumbre, nos recuerda la vieja canción:
"Cerro de San Cristobal,
subida y bajada,
rodeadito de tus lindas
flores".
Año tras año, durante los primeros días del mes de Mayo, la Cruz de los cerros es motivo de celebraciones en la ciudad de Pampas Tayacaja . La labor de bajar y subir la cruz la realizan los "Kirmas" que son los campesinos
cargadores, comprometidos por siete años para esta abnegada labor.
El tronco de la cruz
tiene una longitud de 50 metros aproximadamente; el brazo unos 30 metros con un
diámetro aproximado de 50 cm. La Cruz está pintada de color verde y cuelgan de
sus brazos un paño blanco de seda.
El grupo de cargadores
o Kirmas, son dirigidos por el Caporal Eloy, quienes orondos surcan el cerro al
compás de quenas y tinyas, llevando cada uno de ellos palos de cinco metros,
soguillas y sogas largas y gruesas. Cada cierto tramo descansan pikchando hojas
de coca para adquirir resistencia, continuando, luego la marcha hasta llegar al
pie de la cruz.
Una vez culminada la
meta, el grupo de cargadores se arrodillan sombrero en mano y renuevan su
fidelidad al todopoderoso. Encienden velas, oran, lloran y piden perdón por sus
pecados. Estos fieles devotos que se portaron mal durante el año, son azotados
para borrar sus pecados. A los nuevos cargadores o kirmas los
"bautizan" con cuatro latigazos en las nalgas, comprometiéndoles a
cargar la cruz durante siete años. Luego, al son de la tinya y la quena bailan
y zapatean abrazados en señal de satisfacción.
Luego de estos ritos
religiosos, los kirmas inician el desarme de la cruz, para la cual trepan hasta
lo alto para desarmar y bajar el brazo, luego inclinan poco a poco el tronco
hacia el suelo para iniciar la preparación amarrando los palos de cinco metros
transversalmente sobre el tronco.
Los kirmas en yunta se
sujetan de los palos con mantas en la espalda para amortiguar el peso de la
enorme cruz. Igualmente atan sogas muy largas para poder controlar la velocidad
de la tarea durante el descenso.
En este recorrido los
kirmas descansan cada cierto trecho formando un círculo para pikchar sus hojas
de coca matizados con copas de caña.
Es el momento que el
caporal Eloy con voz de mando ruge:
¡¡
Una wapeadita Kirmas !!
¡¡
Chuuuuujuy !!
Una
y otra vez repiten este grito de fuerza para reiniciar la bajada de la cruz.
Mientras el músico acompañante, tambor y pinkullo en mano, entona la melodía
característica de esta fiesta de mayo. Melodía pegajosa entre marcha militar y
huayno que acompañará durante la bajada y subida de la pesada cruz. En este
recorrido la cruz se desliza por inercia, siendo la velocidad controlada con
los talones de los píes de los kirmas. Hay tramos de suelo resbaloso y
arcilloso y los kirmas avanzan a rastras sudorosos y dando gritos
característicos en grupo.
Otro grupo de kirmas controla la pesada cruz con las
enormes sogas amarradas al tronco, cuando en algún momento desvíe su camino o
cambie la velocidad de bajada, de esta manera avanzan a un solo ritmo al compás
del tambor.
En el recorrido tienen
que sortear zonas peligrosas como zanjas de cinco metros de ancho por cuatro de
fondo y es el caporal quien advierte el peligro gritando a voz en cuello:
¡¡
Sayaichik !! (alto)
¡¡
Sayaichik !!
Detienen
la cruz y avanzan muy lenta y cuidadosamente. La adrenalina se apodera de
ellos. No hay escapatoria. Están sujetos al tronco. Cruzan la zanja, los pies
quedan a la intemperie. El tambor sigue sonando tu...tum...!!! ...tu ...
tum...!!! Los que están adelante, por fin ponen los pies sobre la tierra. Dejan
que fluya el peso que avanza por inercia. y finalmente cruzan la zanja.
Después de haber pasado
lo peor en el descenso, descansan y seguidamente rugen:
¡
Una wapeadita Kirmas ¡
¡
Chuuuuujuy !
Por
fin bajan al llano, luego de sortear muchas dificultades llegan a la ciudad.
Orondos se dirigen hacia la Iglesia Matriz cargando la pesada cruz, ante la
mirada y admiración de la población que se ha agolpado a lo largo de las calles
para verlos a estos bravos cargadores. En cada esquina rugen:
¡Una
wapeadita kirmas !
¡Chuuuujuy
!
Es
una verdadera peregrinación, cansados, sudorosos, con el cuerpo lleno de
espinos, llegan a la Plaza Principal de la ciudad terminando su periplo.
Finalmente guardan la
pesada cruz en la Iglesia para el culto respectivo. Queda la satisfacción de
haber cumplido parte de su promesa.
Luego de unos días,
después de cumplir con los rituales religiosos, vuelven a subir la cruz a su
pedestal ubicado en la cumbre del Cerro San Cristóbal permaneciendo imponente
vigilando la ciudad hasta el siguiente año.
Autor:
Amilcar Torres Tristán
Colaborador
de Saposaqta
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