Siguiendo con el afán de difundir narraciones o
artículos de diferentes géneros de autores tayacajinos, nuestro Blog
Saposaqta publica esta vez, un relato
más de Alfredo Gutarra Luján, joven escritor pampino.
“El pan y otras miserias humanas” es un conjunto de
cuentos insólitos, modernos y desfachatados. No espere el lector una lección
edificante o una historia con beneplácitos No.
Eso nos refiere su hermano Rafael,
también escritor tayacajino radicado en la ciudad de Piura.
EL
RETORNO
Llegaron en un día nublado como hoy, en un camión de
carga. Nosotros los miramos con sorpresa y temor. Eran siete hombres que se
habían alistado como soldados voluntarios. Los siete retornaban triunfantes de
la montaña. Habían luchado heroicamente por su patria. Esa misma tarde se
atrincheraron en el bar discoteca PK 2 y libaron hasta el amanecer. Contaban sus
aventuras de guerra a todo aquel que se acercaba a saludarlos.
A medida que transcurría el tiempo, los siete
hombres salían de sus casas por las tardes y paseaban cabizbajos por las calles
del pueblo. Después se refugiaban en el PK 2 y entre tragos hablaban de sus
aventuras en la montaña, de sus encuentros con los tucos. Ya embriagados por el
licor y sus desaventuras estallaban en llanto y mostraban las cicatrices de sus
cuerpos. Los parroquianos presentes los admiraban. Pero, al avanzar la noche,
se iban retirando en grupos. Al final de la noche solo quedaban los siete
hombres.
Ya de madrugada, con los primeros rayos del sol desaparecían uno por uno. En una de esas noches les escuchamos decir: “larguémonos de aquí, nuestros paisanos nos miran con desprecio y temor, no somos nada. Así nos pagan haber luchado contra los tucos, haber defendido a nuestra patria. Marchémonos el fin de semana”. Después de decir estas palabras empezaron a llorar.
Un atardecer los vimos tomar el camino que conduce
hacia una zona fría e inhóspita. Por la noche, los pobladores se habían reunido
en el PK 2. Bebían abundante licor y parecía que festejaban algo. No comprendí
aquella algarabía.
Al transcurrir del tiempo, comprendí el
comportamiento de mis paisanos para con estos soldados. Desde el regreso de los
siete hombres ya no teníamos pueblo, los habíamos perdido en los diez años de
guerra interna.
Una mañana me invadió una sensación extraña. Quería
caminar tras los siete hombres. Alisté mis cosas y me enrumbé siguiendo sus
huellas. Caminé día y noche, a veces sin descansar, con las ansias de
encontrarlos pronto. Después de intensa e incansable búsqueda me sentí impotente de no haberlos encontrado
y me senté sobre una roca a orillas del camino, siempre pensativo.
Cuando el hambre y el cansancio surtían sus efectos,
como el espejismo, vi acercarse unas sombras y alcanzarme aguan y comida. Al
recuperarme pude reconocer a los siete hombres, quienes en coro dijeron que
estaban retornando a mi pueblo en busca de paz. Me dieron la espalda y se
perdieron entre la borrosa neblina.
Al cabo de tres días de penosa marcha. Llegué por
fin a mi pueblo. Pero me di con la sorpresa de encontrarlo en un absoluto clima
de soledad fantasmal. Al leer las pintas sobre las casas, comprendí que habían
salido en busca de paz, conducido por los siete hombres. Caminé sin rumbo,
hasta llegar a una gran meseta entre los picos nevados, donde se balanceaba por
acción de los fuertes vientos, un gran letrero y pude leer claramente: Aquí
descanzan en paz siete desconocidos y una gran multitud también desconocida.
Por favor, no fastidiar”.
Autor: Alfredo Gutarra Luján
Fuente: El pan y otras miserias humanas
Editorial: Sietevientos Editores
Setiembre del 2009
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