viernes, 13 de enero de 2012

LA AMILDA ESTA EN EL CIELO (cuento corto)


Saposaqta publica este hermoso cuento corto del escritor tayacajino Jesús Gutarra Luján extraído de su libro 'Tiempos de fuego y alegría'. Queremos con esto, dar a conocer a los nuevos valores de la literatura tayacajina para beneplácito de nuestros lectores.

La Amilda está en el cielo

Esa vez que los pichiusas dejaban escuchar su pichiu pichiu de alegría y una raya azulina parpadeaba en todos los contornos de los cerros anunciando un nuevo tiempo en esta vida.

Esa vez que ese terrible pájaro negro, fabricado de metal y silicones, escupía fuego sobre nuestras huellas. Y las golondrinas, chihuacos, tuyas, chihuillos, torcazas, cuculíes y picaflores de pecho rojo se pegaron a su cuerpo y lo estrellaron contra el roquedal de Paltarumi. Esa vez que el agüita cristalina del puquio de Pampa Hermosa dejaba escuchar un huaynito de esperanza. Esa vez no debí hacer lo que hice. “Quiero decirte la verdad, la purísima verdad, Edelino. Yo nunca te he engañado. Si le seguí a su casa al taita cura fue porque me dijo: Si quieres ir al cielo, ven conmigo que soy el representante de Dios en la tierra para bendecir tu espíritu.

Y nunca, jamás, me imaginé que tenía que hacer todo eso con mi cuerpo. Ese Leoncio también, como había aprendido a decir palabras bonitas en el ejército, me llevó a Tupay Huayko, aprovechándose de su fuerza de cachaco bruto, me tumbó sobre los helechos y arrayanes, y se sobó como perro alunao, levantando mis polleraschas y diciéndome bajito en mis oídos cosas feas que no quiero repetir… Pero tú, Edelino, siempre me has mirado con tu sonrisa de chiuche inocente”.

Así fue Amilda. A lo más mis ojos se entretenían con esos dos bultitos que se formaban en tu pecho y me bastaba tu risa de pasña bullanguera. Ahora estoy mirando la mariposa amarilla y el cachi-cachi que está besando la superficie del agua tranquilita. ¿Por qué me dijiste la verdad, Amilda?. Mejor te hubieras callado. O hubieses inventando uno de esos cuentitos hermosos que les contabas a tus taitas en noches de luna llena. No sé de dónde me salió la cólera, algo como un fuego me subió derechito al cerebro. Y tú, tranquilita, palomita urpi desamparada, descubriéndote el pecho, desplumándote ante un gavilán sin misericordia. Una reventazón de rosas rojas y tus manos fuertes, durísimas, sin desprenderse de mis manos.

Los comisarios vinieron cuando todavía estaba mirando tu cuerpo deshojado por el viento, todo atontado, tratando de encontrar una justificación por todo lo que estaba pasando. ¿Qué has hecho con la Amilda, Edelino? Y yo, ocultando el cuchillo detrás de mí. La Amilda se ha ido al cielo… Después me han llevado lejos. Nunca supe exactamente a dónde. La Comisión de Ayuda y Solidaridad me ha sembrado los ojos de nueva alegría. Yo no tenía derecho a castigarte, Amilda. “No, Edelino. Yo no merecía vivir. Por eso te llevé la mano para que hundieras ese cuchillo en mi corazón”. Sonrisa de picaflor siwar kenti, trencitas de pelo de choclo, Amilda, te recuerdo con mucho respeto y cariño.

Tu tumba junto al ichu áspero y silbador. Una mano franca sobre mi hombro. “Hay que seguir el camino, compañero”. Y desde esa vez, Amilda, he jurado traer el cielo a la tierra para que mucha gente no vaya a buscarlo., También hemos jurado todos conquistar la alegría para que todo tenga el color del agüita cristalina de los puquios, de los ríos, de los lagos y de los mares, nuestra esperanza verdadera.

Jesús Rafael Gutarra Luján. Notable escritor tayacajino.
Fuente : Tiempos de fuego y alegría

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