martes, 21 de abril de 2009

KUTIMANCO


'Kutimanco y Otros Cuentos' es una publicación de José Oregón Morales, nacido en Pampas en 1949. Estudió Lengua y Literatura en la Escuela Superior Mixta de Huancavelica y actualmente -radicado en Huancayo- dirige el grupo de arte Tuky de danzas nativas, teatro y teatro de títeres. El autor obtuvo una mención honrosa en 2005 en el III Concurso latinoamericano de Testimonio Escrito Cuenca-Ecuador con un fragmento de novela inédita: La casita de cedrón.

En esta ocasión les presentaremos la introducción que él mismo hace a su libro 'Kutimanco...' en la cual explica la metodología utilizada para sus cuentos. Además compartiremos su cuento "La Mulita".


Estimado lector (introducción al libro)

Salcabamba, es un distrito de la provincia de Tayacaja del departamento de Huancavelica. La comunidad campesina de Lambras es parte de ese distrito; para llegar a ella se debe viajar desde Huancayo unas cuatro horas en carro hasta un paraje denominado Mataera, y de allí ocho a nueve horas a lomo de bestia.

En esta comunidad nació mi madre, la señora Carmela Morales Lazo viuda de Oregón, donde también transcurrió su infancia y parte de su adolescencia. Casó con mi padre y vivimos en Pampas y Huancayo. Al morir él y teniendo ya a sus hijos zafados (modismo andino que significaría en este caso hijos que han salido de la niñez, que ya pueden valerse por ellos mismos. N. de R.), retorna a vivir en Lambras, su tierra.

Es pues, esta señora que tiene una magnífica voz y un conocimiento vasto de la cultura popular, la que ha grabado seis discos de larga duración con valiosísimos testimonios de la música, literatura y costumbres nativas, la que llegó a ser con solo primaria completa, profesora e Danzas y Folklore de la Universidad Nacional del Centro del Perú; fundadora y directora del Conjunto e Danzas de ese Centro Superior de Estudios y también de su propio grupo de Danzas Nativas TUKY; y es, esta señora la que me referidos la totalidad de de los relatos quechuas que nos complacemos en rescatar y entregar a la niñez y la juventud estudiosa del Perú.

Los cuentos fueron escritos entre setiembre de 1979 a marzo de 1983; es decir, en un lapso de tres años y medio aproximadamente. Tomábamos el trabajo esporádicamente; la lejanía de mi madre, las luchas que ella y los campesinos confrontaron durante cinco años contra los gamonales de Salcabamba; los duros trabajos agrícolas y la grabación de sus discos fueron también factores que no permitieron avanzar mas en Literatura Quechua. Sin embargo, de esa lucha han quedado testimonios de vida digna de otra obra.

El proceso que hemos seguido es el siguiente. La señora Carmela Morales me refería los cuentos en idioma quechua; luego del primer borrador lo leíamos y releíamos repetidas veces enriqueciéndolo con descripciones, diálogos y situaciones argumentales sin apartarnos de la esencia o espíritu de la narración. Luego vino el trabajo de traducción donde hemos encontrado muchas dificultades al no poder hallar palabras o frases castellanas que lleguen a la profundidad filosófica, a la ternura y muchas veces a la fuerza del quechua. Con esto dejamos, pues, bien establecido que la versión española es posterior y que las licencias literarias se asumen tratando de mantener la estructura de la narración quechua. Son pues de nuestra responsabilidad las variantes argumentales, asimismo, los títulos son cosecha nuestra.

Debo también agradecer los aportes de los comuneros de Lambras que después de las jornadas de trabajo o lucha; a la vera de los sembríos, peregrinando por los caminos o en noches de descanso y masticando coca nos sentamos a disfrutar de nuestros amenos coloquios. Ellos son: Victor y Pedro Curilla; Tereso Pérez, El “Brujo” Benigno Curilla, Alicia Vilcas de la Cruz, Armando Coopi, Teodoro Morales, Alfonso Morales, Jorge Arroyo, la cieguita Valeria, Gilberto Flores, que además también son tan nobles trabajadores al igual que sus queridos cónyuges y tan solidarios conmigo y con mi querida madre.

Atentamente.

José Oregón Morales



LA MULITA

(Cuento de José Oregón Morales)

Alfredo con Pedro vinieron a las oficinas de la reforma, de la comunidad sus tierras a gestionar, porque él era autoridad. Luego de haber cumplido su gestión en Huancayo, volvían de noche con la luz de la luna. Cuando sintieron hambre subieron sobre el camino a masticar maíz tostado, y luego su coquita se pusieron a bolear. En eso apareció por el camino una mula vacía, llevaba en su cuello una soga envuelta; inmediatamente detrás venía otra, al pasar cerca de ellos volteó y le habló a Alfredo que estaba sentado en el camino. Reconociendo la voz de la mula, Alfredo se levantó.

_ ¡ Esa creo que de mi suegro es su mula! ¡El ladrón se lo está llevando!

Los dos saltaron y les dijeron a los ladrones.

_ ¿Adonde estás llevando mi mula?

_ Esta es mi mula. Estoy comprando con mi plata. ¿Qué cosa quieres? ¿Robar quieres? Respondió el sinvergüenza ladrón.

_ ¡Yo, el dueño, aquí estoy! ¿Quién te ha vendido? ¡Carajo, es mi mula!
Con los dos ladrones se agarraron a golpes en la oscuridad. Pedro, el camino conociendo se paró muy bien dando las espaldas al cerro, mientras que el ladrón sin conocer hacia el barranco se había parado y Pedro lo empujó barranco adentro; el ladrón cayó de espaldas contra las piedras abriéndose una herida del tamaño de una cuarta. Con esta herida sufriendo, con mucha dificultad empezó, a arrastrarse cerro arriba, hacia el camino.

Mientras tanto Pedro, vivísimo subió al camino y vio que el otro ladrón ya estaba haciendo morir a Alfredo, este ya estaba al medio de la muerte. Pedro lo ayudó y entre los dos lo sobrepasaron en fuerzas, lo apresaron y del cuello de la mula con la soga lo mancornaron. Las mulitas, a sus dueños reconociendo, dando la vuelta ya no se habían movido.

Cuando ya habían terminado de mancornarlo subió el otro ladrón que había rodado al barranco, los dos lo agarraron y lo mancornaron a éste también.

Así, luego de mancornarlos llamaron a los hombres que vivían en el paraje de Huanchuy, que escuchando las voces fueron con lumbres de de ichu y llevándolos a su aldea hicieron amanecer a los ladrones, así mancornados nomás.

Ya cuando amaneció, Alfredo, como autoridad de Huanchuy, regresó con los hombres de su comunidad al lugar donde se enfrentó a los ladrones, allí encontraron una pistola 36 que había caído bajo el camino, rebuscando sus atados encontraron un reloj despertador, baygón, vicbaporub, pilas, radio, papel sellado, dos sellos, uno de teniente gobernador y otro de agente municipal que utilizaban para falsificar la “licencia de conducción” de los animales.

Así mancornados los hicieron marchar a la comunidad de Inyaq juntamente con las mulas. Llegando hicieron llamar a los dueños. Estos denudaron a los ladrones, encontrándoles en las piernas muchas balas que estaban muy bien amarradas. De la mula a su rabo atándoles los jalaron hasta el río Inyac donde los bañaron con el agua fría al centro del río. Todos les echaron agua.

Luego los hicieron marchar hacia Ayaqocha, corriendo, atados a las colas de las acémilas,.Uno de ellos corría bien pero el otro cayó al suelo, pero lo siguieron arrastrando desnudo hasta desollarle toda la piel del estómago. Así los arrastraron hasta llegar a la Plaza de Ayaqocha. Todos los comuneros que llegaban a la Plaza les dieron golpes hasta volarles los dientes; tenían los ojos cerrados por la hinchazón y sus cuerpos estaban verdes, muy verdes.

Algunos comuneros dicen:

¡Mejor los mataremos! Si los dejamos vivos pueden volver para hacerse venganza.

Si ustedes no hubiesen podido vencerlos, ellos los hubiesen matado y arrojado al río. Les decían a Alfredo y Pedro.

A Salcabamba ya los hacen marchar, al puesto de la Guardia Civil los entregaron y de allí con su atestado los hicieron pasar a la justicia de la Provincia de Pampas, pero de allí salieron en libertad mas que apurados.

¡Muchos ladrones habían sido! Sabiendo que estaban en la cárcel aparecieron sus compinches y pagando dinero apuradito los sacaron, con carro los hicieron escapar hacia Huancayo. Ni siquiera trece días estuvieron presos.

La justicia de Pampas por la plata ya se ha muerto.

Fuente: KUTIMANCO y otros cuentos
Autor: José Oregón Morales
Lluvia Editores 2007
Imagenes: Carátula del libro.

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