martes, 19 de mayo de 2015

INES MELCHOR



Historia de la Melchorita de oro y la virgen motivadora

La Melchorita de oro nació en Pampas, Tayacaja, creció en Huancayo y empezó a correr con el milenio. Sus grandes condiciones le valieron una beca de la fundación Telefónica en 2001. En aquel tiempo, solamente había un Centro de Alto Rendimiento, ubicado en Arequipa, y allí la mandaron gracias a la beca.

Pero Santa Inés Melchor Huisa, la “Cebollita China” como la he llamado siempre con cariño, extrañaba Huancayo. Extrañaba a sus amigas, sus comidas. Se sentía forastera en Arequipa y lo era. Entonces, se escapó. Con esa misma determinación que hoy nos llena de admiración al verla definir una prueba, Inés se fugó del CAR de Arequipa y se fue a Huancayo.

Era mediados de año y felizmente hubo una luz de tino en la dirigencia. Lo único que ella pedía era entrenar con su técnico de entonces, Mauricio Rivera, y vivir junto a su familia y amistades. Se le concedió, entrenó en casa y antes de fin de año Santa Inés Melchor Huisa había ganado medalla de oro en tres y cinco mil metros de los Panamericanos Juveniles.

Ahora es la top de Sudamérica, la mejor ubicada en Juegos Olímpicos, tiene el record de maratón y acaba de romper el de 10 mil metros. Es una atleta global, como hace décadas no teníamos. El mundo la admira como pude comprobar, dichoso, en Londres 2012. Qué sonrisas, qué abrazos, qué alegría compartir los triunfos de la Cebollita.

La conozco desde sus inicios y cuando ni soñaba con ser famosa, catorce años atrás, me confesó que a ella no le gustaba correr. “Me decían y me decían para correr pero yo nada, no me interesaba. Hasta que participé en una carrera y no lo dejé más”.

Le pregunté inmediatamente cómo así la habían convencido esa primera vez y, niña todavía, Inesita me regaló una fina sonrisa, me  miró como si yo fuera de Marte y no entendiera nada y subrayó: “Es que esa carrera era por la virgen de Cocharcas pues”. Dígame si no dan ganas de ser más peruano que Inés Melchor.

El sorprendente desarrollo de la Melchorita de oro se ha dado a contramano de una sociedad que todavía cuida a sus espárragos más que a sus atletas. El inusual éxito de Inés se despliega en minúsculas fotos, opacadas por fotones de futbolistas fortachones, de brillantes chimpunes y poco mérito. La dicha de sus triunfos nos llega cuando nos espera una sede, la de los Panamericanos 2019, frente a cuyo reto las autoridades deportivas, ediles y  gubernamentales empequeñecen pues hasta ahora no se ve cómo llegaremos a esa meta organizativa. Fuerza, Melchorita. Y gracias por tu ejemplo.

Efraín Trelles 

Comentarista Deportivo  de Televisión

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