Historia de la Melchorita de oro y la virgen motivadora
La Melchorita de oro nació en Pampas, Tayacaja, creció en
Huancayo y empezó a correr con el milenio. Sus grandes condiciones le valieron
una beca de la fundación Telefónica en 2001. En aquel tiempo, solamente había
un Centro de Alto Rendimiento, ubicado en Arequipa, y allí la mandaron gracias
a la beca.
Pero Santa Inés Melchor Huisa, la “Cebollita China” como la
he llamado siempre con cariño, extrañaba Huancayo. Extrañaba a sus amigas, sus
comidas. Se sentía forastera en Arequipa y lo era. Entonces, se escapó. Con esa
misma determinación que hoy nos llena de admiración al verla definir una
prueba, Inés se fugó del CAR de Arequipa y se fue a Huancayo.
Era mediados de año y felizmente hubo una luz de tino en la
dirigencia. Lo único que ella pedía era entrenar con su técnico de entonces,
Mauricio Rivera, y vivir junto a su familia y amistades. Se le concedió,
entrenó en casa y antes de fin de año Santa Inés Melchor Huisa había ganado
medalla de oro en tres y cinco mil metros de los Panamericanos Juveniles.
Ahora es la top de Sudamérica, la mejor ubicada en Juegos
Olímpicos, tiene el record de maratón y acaba de romper el de 10 mil metros. Es
una atleta global, como hace décadas no teníamos. El mundo la admira como pude
comprobar, dichoso, en Londres 2012. Qué sonrisas, qué abrazos, qué alegría
compartir los triunfos de la Cebollita.
La conozco desde sus inicios y cuando ni soñaba con ser
famosa, catorce años atrás, me confesó que a ella no le gustaba correr. “Me
decían y me decían para correr pero yo nada, no me interesaba. Hasta que
participé en una carrera y no lo dejé más”.
Le pregunté inmediatamente cómo así la habían convencido esa
primera vez y, niña todavía, Inesita me regaló una fina sonrisa, me miró como si yo fuera de Marte y no
entendiera nada y subrayó: “Es que esa carrera era por la virgen de Cocharcas
pues”. Dígame si no dan ganas de ser más peruano que Inés Melchor.
El sorprendente desarrollo de la Melchorita de oro se ha dado
a contramano de una sociedad que todavía cuida a sus espárragos más que a sus
atletas. El inusual éxito de Inés se despliega en minúsculas fotos, opacadas
por fotones de futbolistas fortachones, de brillantes chimpunes y poco mérito.
La dicha de sus triunfos nos llega cuando nos espera una sede, la de los
Panamericanos 2019, frente a cuyo reto las autoridades deportivas, ediles
y gubernamentales empequeñecen pues
hasta ahora no se ve cómo llegaremos a esa meta organizativa. Fuerza,
Melchorita. Y gracias por tu ejemplo.
Efraín Trelles
Comentarista Deportivo de Televisión
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