jueves, 26 de noviembre de 2009

MISKIYAKU, RELATO SOBRE EL NAKAQ


MISKIYAKU

En una hermosa mañana de primavera, allá por los años de 1915, las dos hijas del mayordomo de Pilcos, Zenobia y Aurora Gálvez, pidieron permiso a sus padres para ir a coger nísperos de la hacienda Miskiyaku, paraje situado a unos cuantos kilómetros de distancia, hasta donde se trasladaron acompañadas de su fiel perro.

Mientras ellas se dedicaban a la tarea de coger los frutos, su mascota se dedicaba a escarbar curiosamente la chacra. Al poco rato se hizo presente un habitante del lugar quien, saludando muy cariñosamente a las dos jovencitas, las invitó cortésmente a tomar un refrigerio en su casa.

La hermanas muy asustadas por el encuentro se pusieron nerviosas y la mayor de ellas sobreponiéndose al temor natural que la invadía, agradeció serenamente su gentil invitación, manifestando sentirlo mucho porque esperaban a su padre que se hallaba muy cerca al lugar y que llegaría en cualquier momento a buscarlas.

El habitante del lugar luego de insistir se alejó del lugar, mientras ellas bajaron del árbol de nísperos donde se hallaban, intrigadas por los aullidos lastimeros de su mascota. Cuando descubrieron el motivo de los aullidos se llevaron una desagradable sorpresa, pues el perro había puesto al descubierto restos humanos.

Muy asustadas ellas, con el temor que las invadía, emprendieron veloz retirada hacia su domicilio donde contaron lo sucedido a sus padres.

Por aquellas épocas corría un rumor insistente de la desaparición de los pobladores en forma misteriosa, sin dejar rastro alguno. Los habitantes del lugar creían superticiosamente que se trataba del nakaq, personaje legendario cuyo propósito era degollar a los caminantes solitarios de aquellos parajes, para extraerles la grasa humana que servía para la fabricación de campanas.

El padre de las dos jovencitas se trasladó de inmediato al lugar indicado para comprobar la veracidad de lo narrado por sus hijas. Efectivamente, encontró los restos humanos puestas al descubierto por la mascota al borde de una chacra. Con las pruebas en la mano viajó inmediatamente a Colcabamba a poner la denuncia ante las autoridades respectivas sobre el macabro hallazgo.

Los sospechosos de los hechos, eran una pareja de esposos afincados en el lugar, cuyo marido trabajaba como hortelano de la hacienda Miskiyaku de propiedad de don Rodolfo Alarco.

Al recibir la visita de las autoridades mostraron su nerviosismo, divagando con sus explicaciones absurdas, al afirmar que los restos hallados habían sido enterrados seguramente por personas envidiosas de su prosperidad y reiterando su inocencia. Estas explicaciones motivaron a la policía para ser arrestados inmediatamente como posibles autores de crímenes cometidos.

La Policía ante las pruebas encontradas no creyeron en la inocencia de estos personajes, por las continuas contradicciones en los interrogatorios. Por las evidencias encontradas los detenidos fueron trasladados a la cárcel de Pampas para la continuación de los interrogatorios. Ellos fueron ubicados en celdas separadas e incomunicados.

A pesar de seguir manteniendo su inocencia, uno de los policías hizo caer en contradicciones mediante un hábil interrogatorio a la mujer:
Tu marido ya confesó todo, ha confesado que tú lo incitabas a matar a la gente.
¿Ese sinvergüenza ha dicho eso? ¡Que no me dé cólera! ¡él es el que hacía todo! Hasta me propuso un día para matar a mi madre para comérnosla, pero yo me opuse.
¡Cómo! ¿ustedes comen gente?
Si señor…….¡Qué rico es! ……. Especialmente la lengua y el talón, son las partes más deliciosas.

Ante esta confesión los policías quedaron espantados, no podían creer lo que habían escuchado. Los esposos caníbales confesaron todas sus fechorías.

Desde muchos años atrás se habían dedicado a victimar a seres humanos, en su mayoría a arrieros que viajaban de Huancayo a Huanta. Su casa se encontraba en un lugar muy estratégico. Los viajeros que acampaban solicitaban alojamiento a los dueños de casa quienes muy cortésmente les brindaban alimentos y una habitación para pasar la noche.

Cuando el viajero se encontraba en lo mejor de sus sueños eran cruelmente decapitados y los órganos internos eran enterrados en algún lugar de la chacra. Los bienes de los viajeros pasaban a propiedad de los criminales. A las acémilas esa misma noche las llevaban a muchos kilómetros de distancia donde las soltaban a libre albedrío.

De esta manera llegaron a descubrir el misterio de los viajeros que desaparecían por esos parajes y develar la creencia del enigmático nakaq.

Una vez esclarecido los hechos los criminales fueron juzgados y condenados a 20 años de prisión. La sentencia fue purgada en la cárcel de Huancavelica y cumplida el año 1938. Salieron en libertad y no se supo nunca más de ellos.

Autor: Hernán Canales Acevedo
Publicación: "Pampas de Leyenda"
Año: 2003

lunes, 16 de noviembre de 2009

COLCABAMBA



COLCABAMBA EN LA HISTORIA

Hace 126 años, el 22 de noviembre de 1883 el corazón de hombres, mujeres, jóvenes y niños de Colcabamba palpitaron en el mágico esplendor del patriotismo. Eran tiempos de guerra con Chile. Este sentimiento, se había puesto de manifiesto con anterioridad en el combate de Pucará escenificado el 16 de agosto de 1883. Aquí, la participación de valerosos colcabambinos junto a los naturales de Huayllabamba, Pampas y Pazos formando una montonera a órdenes del coronel Amis es notab le en el enfrentamiento a la hueste de Urriola, con procedimientos y armas nativas como son lanzas, hondas o boleadores.

Como se sabe, la División comandada por Urriola había dejado Huanta el 15 de agosto, pasando por Mayoc el 16 después de sufrir hostilidades por todo el camino. El 16 y 17 permaneció en Churcampa, para continuar la retirada hacia Paucarbamba el día 18. El 19 reemprendió la marcha hacia Huanchos, el 20 a Tocas soportando sorpresivos ataques en todo el trayecto. El 21 Urriola cerca de la localidad Pilcos se enfrenta a un gran número de patriotas comandados por un religioso cuyo nombre se llevó el viento.

Al respecto, un documento memoria de parte chilena señala: “En todo el trayecto tuvimos que sufrir tiros enemigos. La 5ª compañía (de Miraflores) que iba a vanguardia tuvo que desalojar un gran número de indios que estaba en la cumbre de un cerro muy alto y que probablemente tendrían galgas para la división… Un fraile andaba con ellos, con un crucifijo en la mano exhortándolos a la defensa… Ferrari (jefe de la vanguardia) le dio alcance y de un hachazo con su sable lo abrió en dos partes. El crucifijo se encuentra en poder de Barahona. Por último llegamos, a 4.p.m. a Colcabamba”.

Luis Alayaza Paz-Soldán afirma que “Esta detallada relación proveniente del enemigo, hace ver cuánto heroísmo desplegó la raza aborigen, y hasta dónde despreciaba la existencia cuando tratábase de defender el suelo patrio. Y hace conocer el episodio del cura mártir de Tocas, cuyo nombre no ha recogido la Patria.”

Como se señala en las primeras líneas el 22 Colcabamba es un templo de patriotismo, pues, en ningún instante se dio tregua al enemigo. Desde las cumbres que dominan el pueblo y los caminos. con lanzas, galgas, boleadoras y otras armas nativas acosaron al enemigo, haciéndolos correr hasta Punas a donde llegaron a las 8 de la noche llenos de pánico. Aquí habrían de descansar pues “la tropa estaba cansada y molesta por no haberse enfrentado a otro ejército y sin poder resistir mas la agotadora acción guerrillera de todos los días empezó a degradarse mortalmente”. De este punto pasarían luego a Pampas.

Es bueno recordar este 22 de noviembre y hurgar en las páginas de la historia la presencia de Colcabamba y otros pueblos de la gran nación Tayacaxa. Señalar por ejemplo que el 6 de setiembre de 1866 el naturalista Antonio Raimondi estuvo en Colcabamba para decirnos que: “El pueblo de Colcabamba se halla situado en una quebrada que baja al río grande de Mayoc. Su temperamento es delicioso, pues no se siente ni frío ni calor. El pueblo es pequeño. Sus casas forman una callejuela con acequias. Tiene una plaza de regular tamaño que está adornada en su centro por un hermoso y añejo cedro. La iglesia está muy desmantelada, principalmente en su interior. Colcabamba no carece de recursos; y sus habitantes fueran algo mas activos, podrían holgar en la abundancia pues esta población cuenta con hermosos terrenos cultivables y con bastante agua. Esta corre por dos acequias y solo se emplea para el regadío, porque tiene m al sabor por la cal y óxido de fierro en disolución que contiene, materias que va depositando y que origina una especie de tufo, semejante al de Huancavelica, que sirve como piedra de construcción”.

Carlos Zúñiga Segura

Foto de portada: colcabambaperu.blogspot.com

viernes, 6 de noviembre de 2009

TANTA WAWA


LOS MUERTOS, LOS VIVOS Y EL TANTA WAWA

El primero de noviembre de cada año, en todo el territorio peruano revive una costumbre ancestral: las ofrendas a los muertos. Las familias van a los cementerios a honrar a unos de sus integrantes fallecidos. Les llevan música, bebida y comida y pasan un día entero con su finadito tratándolo como si estuviera vivo. Comen, beben y bailan juntos. Es día de llevar alegría al fallecido.

Esta vieja costumbre nace en la época prehispánica y nos lo cuenta el cronista indígena Felipe Guamán Poma de Ayala en su crónica Nueva Crónica y Buen Gobierno. Él nos dice que cada el mes de Ayar Marcay Quilla (noviembre) lo dedicaban a los difuntos. Los cuerpos momificados eran extraídos de sus bóvedas (llamadas pucullo) para renovar sus vestuarios, darles de comer y beber, y luego de cantar y danzar junto a ellos, los ponían en andas y los sacaban en recorrido, de casa en casa, por las calles y plazas para luego retornarlos a sus pucullos, “dándoles sus comidas y bagilla al principal de plata y de oro y al pobre, de barro. Y le dan sus carneros y ropa y lo entierra con ellas y gasta en esta fiesta muy mucho”.

Esta costumbre sobrevivió a la hecatombe demográfica que trajo consigo la conquista española y sus enfermedades. Antes que Pizarro pise tierras incas, desde Panamá avanzaba una ola de peste negra: el sarampión, que los españoles trajeron desde España y contagiaron a los indígenas en Panamá. Desde allí esta enfermedad empezó su avance de muerte hacia el sur diezmando a miles de indígenas. El sarampión llegó por tierra antes que Pizarro por mar. Así, el inca Huayna Cápac fue contagiado y falleció por esta enfermedad. Muerto el inca lo momificaron y lo pasearon desde Tumpipampa en Ecuador hasta Cuzco, y en las festividades de Ayar Marcay Quilla continuaron haciéndolo. Durante todo ese trayecto el sarampión diezmó a la población que al acudir en masa a las procesiones del Inca se contagiaban masivamente. El indígena no tenía anticuerpos para esta nueva enfermedad y moría irremediablemente.

Pasado el tiempo, las festividades del mes de noviembre en honor a los “vivos y los muertos”, llamado también de “todos los santos” por la iglesia católica, continuaron vigentes y dicha costumbre hasta hoy subsiste en el pueblo peruano.

Dentro de esta tradicional costumbre se destaca el Tanta Wawa (Niño de Pan) que es una de las ofrendas más bellas y dulces que se le puede hacer al difunto, sobre todo si es un niño o una niña. El Tanta Wawa es un pan dulce y delicioso. Al pan o bizcocho le dan la forma de una muñeca o muñeco, incluso otra forma como la llama, y le agregan dulces como menudas grageas policromas, pasas, etc. Lo hacen en varios tamaños, incluso con caretas de yeso. Cuando un niño o niña muere, siendo la prenda más querida de una familia, el dolor es inmenso, muere el futuro, muere las esperanzas de la familia. Y, cuando llega el mes de noviembre los padres le llevan sus juguetes, su ropita, los potajes que más le gustaba y entre ellos el tanta wawa que es una delicia para el paladar. Así surge esta costumbre, aunque no se sabe cuando surgió en su versión actual. Pero el tantawawa se extendió más allá, porque ya no solo es una ofrenda al niño o niña fallecida, sino a todo familiar querido que falleció, incluso es consumido por toda la familia: niños, adultos y ancianos, y por supuesto, uno de los más ricos está reservado para el fallecido.

Esta costumbre se extiende en todo el Perú, pero es bastante arraigada en Ayacucho, Huancavelica, Junín, Arequipa, Apurimac, Cuzco y Cerro de Pasco. La creatividad popular deja ver en cada zona tantas formas, texturas y sabores elaborados con mucho primor y detalle en su ornamentación. Son verdaderas obras de arte para la vista y el sabor.

¿Quién no tiene un familiar querido ya fallecido? ¿Quién no recuerda los momentos más bellos que pasamos juntos? ¿Quién no tiene miedo a la muerte? El ser humano siempre ha convivido con la muerte y nunca dejó de honrar a sus muertos de muy distintas maneras. Pues, al hacerlo no es mas que la manifestación del respeto que se tiene a la muerte que tarde o temprano nos arrebata lo más valioso que tenemos: la vida. Para ello, tenemos reservado el mes de noviembre. Mes de los muertos, mes para honrarlos.

En otros lugares, al no poder ir al cementerio, las familias se reúnen en sus casas el primero de noviembre para hacer sus respectivas ofrendas. Es una ceremonia tan solemne y nostálgica que trasciende los tiempos y sentimientos.


Artículo de:
Guillermo Huyhua y Rosa Arroyo