Día de Todos Santos
Referirse al mes de
noviembre, en Pampas Tayacaja, es retrotraer el tiempo, es recordar la tradicional
conmemoración de TODOS LOS SANTOS, es
realizar la visita de rigor al campo santo al principio del día, es transitar
por el popular barrio de Chalampampa, es recordar a los seres queridos que
emprendieron el viaje sin retorno.
Visita de recuerdos
cargados de evocaciones, de gratitudes, de nostalgias, de llantos, de
lamentaciones tardías, por algo que al deudo en vida no se le pudo o no fue
posible brindar; en fin, se vive una suerte de entrevista espiritual, traducida
en reminiscencias, en sentimientos contrastados, en oraciones fervorosas,
acompañadas de ofrendas diversas, de arreglos florales, de sentidas
dedicatorias, responsos y eventualmente hasta coreadas tonaditas que habrían
sido del agrado de aquellos seres físicamente ausentes.
Pero también, el día de TODOS LOS SANTOS, pasada la vista de
rigor al lecho de los seres queridos, se convierte en motivo de reencuentros inevitables
con familiares, amigos y relacionados, reencuentros emotivos y conmovedores;
que como tales, terminan en placenteras celebraciones al son de tertulias sin final, brindando
a vaso lleno, en ambiente amical bajo el acogedor cielo azul pampino, disfrutando
del aire puro, del abrazador y brillante
sol del día, o en torno a una acogedora mesa, bajo la protección de una
pintoresca carpa creativamente acondicionada para la ocasión.
Todos los santos en Pampas
Tayacaja; además, se identifica por las costumbres y tradiciones practicadas
desde siempre, como no recordar por ejemplo el placer de deleitarse de la
variada y exquisita gastronomía, personificada por el picante de cuy, al
inigualable estilo de Tayacaja, donde la figura que nítidamente destaca es la
de “Mama Urpi”; asimismo, contentarse con la destreza de la panificación ancestral, caracterizada
por presentaciones originales muy vistosas, que además, incluyen conceptos de
género; es decir, sabrosos y coloridos bizcochos en forma de muñecas “wawas”
para las damas y de caballos para los varones, sumándose la chicha de jora, de
maní, la infaltable cerveza helada al natural y como si fuera poco, para
matizar la celebración en ambiente festivo, se practica la entretenida competencia
del “tejo”, (sapo), se regocija con variada
música, en tanto que, entrada la noche, el tradicional ponche, los calientitos,
el “machu chuirur” son bebidas de consumo obligatorio.
Amenas vivencias que se
pierden en el tiempo……
Magno Gutiérrez Enríquez