El escritor Carlos Zúñiga Segura publicó, hace algunos años, un hermoso libro sobre las leyendas y hechos
históricos en torno a la milagrosa Virgen Purísima: Patrona de Pampas Tayacaja.
Justamente su celebración tiene lugar el 8 de diciembre (día verdadero) y el 20
de enero. En este libro podemos encontrar hechos, quizás, desconocidos para muchos
de nosotros sobre esta venerada imagen. Este artículo corresponde a su
presentación, en la pluma de su autor, y el Blog Saposaqta lo publica para
conocimiento de todos los tayacajinos en el país y en el extranjero.
En Pampas Tayacaja, se vive un sentimiento de profunda devoción a la Virgen
Purísima. Se manifiesta en el entusiasmo intenso con que se encara la
celebración de la Fiesta y el denuedo con la que la organiza; ese encanto que
la envuelve, toma fuerza de la relación secreta entre la Santa Patrona y las
realizaciones espirituales de las personas en su vida cotidiana.
La base de su alegría es la búsqueda de belleza en su más arraigada
expresión. Los hombres y mujeres del ámbito tayacajino requieren gozar de las
cosas apreciadas por ellos y ellas. Y, así, se encarnan sus aspiraciones en la
infinita devoción de los fieles en la liturgia religiosa en sus vestimentas
elegantes, en los aperos de cabalgaduras, en las enjalmas coloridas hechas con
primor por manos reconocidas, en la calidad de las bandas de músicos y la
orquesta, que suscitan el deleite de personas cuya sangre hierve, el gusto de
bailar incansablemente.
No deja de ser uno de los atractivos estéticos principales la pirotecnia
con aparatosos castillones nocturnos, cohetes y buscapiés que son el lucimiento
en la plaza, que se engalana así a la salida de la misa cotidiana. También el
despliegue de fausto religioso de las andas y el adorno del templo, y los arcos
de flores que se levantan para derramar pétalos perfumados, al paso de la
sagrada imagen.
Todas estas realizaciones se sustentan en la fuerza ordenadora de la
conmemoración religiosa, verdadero motor del pensamiento que se concreta en las
celebraciones. En ese camino lo bello está en el concierto de voluntades para
testimoniar su veneración y gratitud a la Virgen por los favores concedidos a
nivel colectivo, familiar o personal;
luego, la recreación y el gozo de la vida, pues todos contribuyen al estado de
ánimo jubiloso que caracteriza la fiesta.
Así, procurando reunirse todos dentro del dilatado espacio en que se
realizan los actos litúrgicos o los mundanos, se tiene la íntima convicción que
el tayacajino sabe divertirse del mejor modo, sabe comprender la devoción con
acendrada fe y mejorar en su vida espiritual siguiendo el camino de elevación
sobre las debilidades humanas. Pero, principalmente, se revela la importancia
de la creencia compartida para mantener en sus vidas ese arraigo al mundo
propio, que celebra como lo más vital.
El acto religioso es una confraternidad, explícita en ese caso, en que la
madre celestial, mujer sin mancha de pecado, y, por eso, todo bella, acoge a
sus hijos hermanados y felices año tras año en buena disposición de ser
felices.
Y el hecho de buscar la felicidad, derivado de la ya señalada búsqueda de
la belleza, comporta la de riqueza, que es lo que le ofrecen los devotos a la
Virgen en el despliegue de los frutos de la tierra el 20 de enero y, antes, el
8 de diciembre, agradeciendo su ayuda en proveerlos y sabiendo que se alegra al
ver el buen uso que se hace al apreciarlos, en un heroico despliegue de su
potencial terreno, para realizar una fiesta inolvidable.
CARLOS
ZÚÑIGA SEGURA
Colaborador exclusivo de Saposaqta