LA FIESTA DE LA CRUZ
DE MAYO
Este Blog Saposaqta se complace en publicar un fragmento de La Fiesta de la Cruz del escritor José María Arguedas, extraído del libro “Pampas Tayacaja en la memoria de Arguedas” del escritor Tayacajino Carlos Zúñiga Segura.
Los recuerdos de José María Arguedas en Pampas, capital de la
provincia de Tayacaja datan de 1928. Tenía entonces 17 años y cursaba el
tercero de media en el Colegio Santa Isabel de Huancayo, cuando su padre decide
ejercer la profesión de abogado en Pampas.
En un acápite de su relato de Los
ríos profundos Arguedas relata los acontecimientos ocurridos durante su
estadía.Además Arguedas escribió dos artículos relacionados con la
provincia de Tayacaja: El Layka (Brujo) y la Fiesta de la Cruz (La Cruz de
Pampas), ambos publicados en el diario La Prensa de Buenos Aires en 1941 1943 y
recogidos en “Indios, mestizos y señores” (Ed. Horizonte 1989).
La grandes cruces que los indios clavan en la cumbre de los
cerros son bendecidas una sola vez. Nuevas todavía reciben la bendición en el
atrio de la iglesia; después la cargan en faena centenares de indios entre el
griterío de los que dirigen la faena y el ruído de las bandas de músicos
nativos. Suben los cerros despacio descansando, cantando en los relevos y
llamando al pueblo de cada recodo del camino. Ya clavada la gran cruz queda ahí
para siempre, mirando al pueblo y dominando todas las tierras que son del
pueblo. Y los caseríos próximos, las chukllas (chozas) de los alrededores, las
estancias, se creen amparadas; los indios se sienten seguros viendo la cruz.
En noches de luna, la cruz aparece en la cima de la montaña;
en los días de tormenta, los rayos caen cerca de la cumbre donde está la cruz y
los indios creen que los rayos danzan en torno a la cruz sin herirla nunca; y
cuando están cerca, en el cerro, se guarecen bajo las piedras que sirven de
pedestal a la cruz y miran tranquilos la tormenta, y el pueblo oscurecido por
la lluvia.
Pero hay un pueblo que hace bendecir su cruz “calvario” todos
los años. Es un pueblo grande y raro. Un pueblo donde los vecinos principales
odian a los forasteros. En las tierras próximas al pueblo siembran linaza y
esto también es raro, porque es la única tierra de la sierra donde he visto
sembrar linaza; y cuando la linaza está en flor, todo el campo parece un lago
azul un lago que sube a las laderas, que se tiende en los baleríos y en las
orillas del riachuelo que cruza la quebrada
Este pueblo se llama Pampas y está en el centro del Perú. Los
indios de Pampas hacen bendecir todos los años la cruz “calvario” que está
clavada en un gran cerro que comienza desde el canto (extremo) del mismo
pueblo. El cerro está desnudo, y en el mes de mayo, el poco pasto que brota en
los meses de lluvia ya está marchito, los arbustos de tankar y kopayso están
negruscos y sin hojas. Por eso los indios no bajan la cruz por el camino, sino
de frente, por la cuchilla del cerro. Todos los indios suben a la montaña en la
madrugada con la cruz del amanecer y se reúnen al píe de la cruz, cuando sale
el sol, desde el pueblo medio vacío los principales miran a los indios
hormigueando en la cima del cerro, junto a la cruz “calvario”.
Es una cruz enorme de eucalipto. Casi medio día luchan por
sacarla de su pedestal, y el otro medio día la arrastran por el cerro, con cuidado,
abrazados por todo lo largo de la cruz y a sus dos brazos gritan al cerro de
rato en rato y van reemplazándose. El que ha visto una vez esta bajada de la
cruz “calvario” de Pampas, no puede olvidarla nunca.
Llegan oscureciendo, cuando el crepúsculo ilumina la quebrada
y las crucecitas de los techos parecen tristes bajo la luz dorada del cielo.
Los indios llegan a la plaza, con la cruz “calvario” casi en silencio,
cansados. Y pasan la noche en la misma plaza, velando la cruz, conversando,
tranquilos, y tomando chicha y aguardiente en silencio sin hacer bulla. Porque
esta región es pobre en danzas y en canto
José María Arguedas
La Prensa, Buenos Aires 29 de Julio de 1941
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