En Pampas capital de la provincia de Tayacaja se vive un sentimiento de
profunda devoción a la Virgen Purísima. Se manifiesta en el entusiasmo intenso
con que se encara la celebración de la fiesta y el denuedo con que se la
organiza, ese encanto que la envuelve toma fuerza de la relación secreta entre
la Santa Patronas y las realizaciones espirituales de las personas en su vida
cotidiana.
La base de su alegría es la búsqueda
de belleza en su más arraigada expresión. Los hombres y mujeres del ámbito
tayacajino requieren gozar de las cosas apreciadas por ellos y ellas. Y, así,
se encarnan sus aspiraciones en la infinita devoción de los fieles en la
liturgia religiosa, en sus vestimentas elegantes, en los aperos de
cabalgaduras, en las enjalmas coloridas hechas con primor por manos
reconocidas, en la calidad de las bandas de música y la orquesta, que suscitan
el deleite de personas cuya sangre hierve, el gusto de bailar incansablemente.
El calendario religioso nos presenta dos conmemoraciones en torno a su
sagrada imagen: la primera, es festejada el 8 de diciembre y la segunda el 20
de enero.
El origen de los festejos el 20 de enero se realiza en razón que culminada la Batalla de Ayacucho el 9 de diciembre
de 1824 los realistas se retiran en grupos. Uno de esas facciones
al mando de Carratalá optó por retornar a Lima tomando como ruta la que tenía
como referencia la ciudad de Huancayo. Tras agotadora jornada llegó a la
localidad de Tocllacuri el día 19 de enero de 1825. Decidido a descansar Carratalá ordena pasar la noche en este
lugar, no sin antes comisionar a uno de sus soldados dirigirse a Pampas y
advertir a los pobladores que, si no les entregaba un fuerte cupo incendiaría
la ciudad.
Ante tal amenaza los habitantes decidieron salir al encuentro del soldado
español con el mayor de los argumentos, es decir, llevando en andas a la
Virgen. En efecto, el día 20 de enero la procesión hizo un alto en el paraje
denominado Rundo, allí llegaron los realistas. Carratalá de primer instancia
mostró su “poder”, sin embargo, al ver a la imagen comenzó a sudar frío.
Bajó de su caballo, se arrodilló y persignó humildemente: “Devuélvanla
inmediatamente a su templo, no soy digno de que la Virgen salga a mi encuentro”, dijo muy contrito. Casualmente, la noche en que el español
durmió en Tocllacuri soñó que una mujer bella le decía: “Carratalá, cuidado con
mis hijos, a ellos los protejo día y noche”. Carratalá y su tropa pasaron por
Pampas rumbo a Huancayo sin hacer nada de sus amenazas.
Desde entonces, el pueblo agradecido y conmovido por la protección de su venerada patrona, decidió rendirle culto el 20 de enero de cada año y los festejos de fervorosa devoción que hasta hoy perduran seguirán sin duda mientras exista un pampino en la Tierra.
Texto: Carlos Zúñiga Segura
Colaborador exclusivo de Saposaqta
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